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El desciframiento

UN AÑO después de la muerte, en 1956, de Robert Walser, su albacea Carl Seelig publicó en una revista el facsímil de una de las 526 hojas que la hermana de Walser le había entregado en una caja de zapatos. Walser había escrito ésta y otras hojas entre 1924 y 1933, la mayoría antes de su reclusión psiquiátrica, y algunas ya ingresado en el sanatorio de Waldau; ninguna, sin embargo, a partir de su traslado forzoso al manicomio de Herisau, donde permaneció los últimos 24 años de su vida. Seelig consideró "una escritura secreta indescifrable" lo que Walser había escrito a lápiz sobre un soporte de tamaño y calidad diversos. A pesar de que se le advirtió de que se trataba de una variante -personalizada y abreviada pero inteligible- de la escritura Sütterlin, negó rotundamente el acceso a los misteriosos escritos. Para mantener "el círculo de desconocimiento" alrededor del escritor, dispuso en su testamento que todos los manuscritos de Walser fueran destruidos, disposición que por suerte no se atendió.

Los microgramas contienen gran cantidad de poemas, prosas y textos dramáticos desconocidos y han ampliado de forma significativa el conjunto de la obra. Durante casi dos décadas los germanistas Bernhard Echte y Werner Morlang se dedicaron al desciframiento sistemático del conjunto de estos bellamente compuestos prodigios caligráficos, bastante más tiempo que el propio Walser empleó en su redacción. El resultado del titánico esfuerzo es una verdadera proeza de la filología en cuanto a contenido y presentación editorial. La edición española -que constituye la primera traducción completa a otro idioma- está a todas luces a la altura del rigor del original. Va acompañada de un epílogo y comentarios editoriales ejemplares, aparte de incorporar nuevas palabras respecto a la edición alemana. Destaca singularmente el trabajo del traductor Juan de Sola, tanto por su acertada y tersa versión como por las pertinentes notas al texto.

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