Peligro de dormirse
El equipo eslovaco se entrena de noche y retrasa la comida para adaptarse al horario del partido
A Dusan Galis, el seleccionador eslovaco, no le gustan las sorpresas. Piensa que jugar hoy contra España en el estadio Calderón a las 10 de la noche tiene truco. Que no es una hora normal. Que tiene que prepararse para ello. Y Galis, el hombre responsable del despegue del Artmedia Petrzalka, el modesto de moda en la Champions, ha actuado en consecuencia. Bajo la luna, con el vaho como compañero inseparable de sus jugadores, Galis montó a sus futbolistas en un autobús y se los llevó a entrenarse al Calderón. A las 10 de la noche. "Los que juegan en casa ponen sus condiciones. A mí, para el partido de vuelta, me gustaría que nevara en Bratislava y jugar con 15 grados bajo cero de temperatura", advirtió.
Galis: "Los de casa ponen sus condiciones. A ver si nieva en Bratislava y jugamos a 15 bajo cero"
Eslovaquia come, se entrena y duerme como España: durante la concentración en Bratislava, los jugadores eslovacos retrasaron el horario de sus comidas desde las 12.00 hasta las 14.30 para adaptarse a los usos españoles. Empezaron a entrenarse de noche. A aclimatarse para el partido de hoy. Todo, siguiendo las órdenes de Galis, un motivador nato.
"El seleccionador es un tipo de entrenador muy a la inglesa, un gran motivador", dice Moemir Stasko, especialista del diario eslovaco Sport; "trabaja mucho la psicología. Es como el padre de sus jugadores. Su obsesión es crear una buena atmósfera en la selección. Su relación con los futbolistas y su capacidad para motivarles es su principal poder".
Y Galis no desaprovecha oportunidad alguna para demostrarlo: "Prefiero una España sin extremos", dijo ayer. "Sí, es una de las mejores selecciones de Europa", prosiguió, "pero nosotros también sabemos jugar".
Además de un gran motivador, el seleccionador eslovaco es muy detallista. Ya ha avisado a sus jugadores de que el balón irá muy rápido en el estadio Calderón porque Luis Aragonés, su homólogo español, quiere que rieguen el césped poco antes del partido. A Galis, sin embargo, no sólo le preocupa el horario del encuentro o el estado del césped. También mira receloso a la grada. Le da miedo el ambiente, el poderoso coro del Calderón, que debe impulsar la salida en tromba de España. A sus jugadores, no. "Somos profesionales", explica Marian Kelemen, portero de la selección eslovaca y del Tenerife; "estamos acostumbrados a jugar en Alemania e Inglaterra, donde también hay grandes estadios. Así que el ambiente no nos va a afectar".
Galis, que sólo recuerda 21 palabras en castellano de su paso por España -los nombres de sus compañeros en el Cádiz de la campaña 1981-82-, no lo tiene tan claro. Por eso ha recluido a sus jugadores en un céntrico hotel madrileño. Por eso intenta evitar el contacto de los suyos con la prensa. Y por eso sus futbolistas se pasan el día desperdigados por los salones del establecimiento, todos en chandal, tomando cafés, charlando y jugando a las cartas. "Con nosotros no cuenta nadie", dijo Karhan, ex defensa del Betis, tras el primer entrenamiento nocturno de Eslovaquia en Madrid; "pero podemos sorprender a España. Perder por una diferencia de un gol será un buen resultado".
En realidad, a los jugadores eslovacos les preocupa más el partido de vuelta, en Bratislava. Lo mismo pasa en Eslovaquia: hasta hace dos días, el encuentro no se iba a dar por televisión. Lo que importa es el partido de vuelta. Ahí, en el Tehelne Pole, los eslovacos esperarán su oportunidad. Y Galis, que nieve.
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