El Celta se complica

Volvieron Canobbio y Baiano, el pase y el gol, la combinación de recursos perfecta para resolver los partidos, y entre ambos abrieron al Celta el camino a una victoria que acabó siendo más apurada de lo previsto. Canobbio y Baiano, todavía necesitados de coger fondo, sólo estuvieron media hora en el campo. Pero al poco de irse, el Celta pescó el segundo gol, y el choque parecía resuelto ante un rival discretísimo, que no había ofrecido nada en toda la tarde. La intriga la puso el meta local, Pinto, quien concedió de inmediato al Alavés la ocasión de reducir la diferencia. Y el Celta vivió con aprensión el último tramo del partido, expuesto al peligro de cualquier balón suelto en el área. Sarriegi, un central, se encontró con uno a dos minutos del final, disparó a la grada y permitió que su equipo se hundiese un poco más.

Lo más rescatable del partido fue, sin duda, el primer gol, la acción en la que se lucieron Canobbio y Baiano con los papeles habituales intercambiados. El brasileño, que un par de minutos antes había enviado un remate tremendo a la base del poste, fue el que firmó el pase. Recibió en el semicírculo del área, tocó tal como le venía y dejó el pasillo libre para Canobbio. El uruguayo esperó la salida del portero y embocó la pelota cruzándola hacia la izquierda.

Hasta la segunda parte, el Celta administró el gol con cierta comodidad. Del Alavés no se supo más que los caracoleos de Nené por la izquierda. No es que el Celta ofreciese una gran sensación de dominio, pero su adversario tampoco le exigió demasiado, ni siquiera después de que Carreras, aun en el primer tiempo, se fuese echando pestes al ser sustituido por Jandro, ex jugador local. Balaídos dejó claro que no le perdona la deserción y le martirizó hasta el final del partido.

El Alavés estuvo algo más decidido tras el descanso, y Fernando Vázquez oxigenó a su equipo con el ingreso de Javi Guerrero y Jonathan Aspas. Éste acabó teniendo un gran protagonismo. Estuvo muy atento para marcar después de que Constanzo rechazase un penalti lanzado por Oubiña, y casi al final conectó una hermosa chilena, tras controlar con el pecho, que repelió el portero. Ocurrió en los momentos más tensos para el Celta, que apenas había podido saborear el segundo tanto. Todo indicaba que el final del choque iba a ser un paseíllo, pero un minuto después del penalti, Pinto se tragó una falta bombeada por Javi Navarro, y Sergio no pudo impedir el remate de Astudillo. Al Celta le faltaron empaque para manejar la situación y fortaleza para defender los balones aéreos. Y aunque el Alavés siguió sin enseñar gran cosa, lo tuvo apurado hasta el instante final.