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Rigor y modernidad para un extraño Calderón

La Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) ha estrenado su primera producción propia de la temporada. Amar después de la muerte, un extraño Calderón en el que el autor ha trufado comedia, obra histórica, drama de honor, historia de venganzas y trasfondo romántico. Su director, Eduardo Vasco, señala que fue esa amalgama la que le atrajo especialmente, aunque por encima de ello está el empeño de Vasco de que la CNTC dé a conocer tanto grandes textos como obras desconocidas cuya difusión él piensa que es responsabilidad de un teatro público.

El espectáculo es conservador y respetuoso con el texto, como quería Yolanda Pallín, responsable de la versión. Abierto y moderno en el espacio escénico planteado por el pintor y académico José Hernández, quien ha realizado un trabajo de una sobriedad y efectismo que recuerda las escenografías de Adolfo Appia. Riguroso en la dirección, con actores conocedores de los clásicos, como Joaquín Notario, Pepa Pedroche y Jordi Dauder. Con un vestuario histórico, de Rosa García Andújar, que reproduce el de la época de Felipe IV en la que se sitúa esta historia de enfrentamientos entre moriscos y cristianos. "Y donde se muestra hacia dónde vamos con este juego de fronteras que hoy nos traemos entre manos", dice Vasco.

La obra, conocida entre teatreros y calderonistas, es muy desconocida por el público. Cuando un drama calderoniano, escrito en el momento de mayor gloria del autor, apenas se pone en escena, no debe ser casual. Más aún teniendo en cuenta que en el último medio siglo Amar después de la muerte sólo se ha montado, sin gran repercusión, en dos ocasiones, a pesar de que Calderón en el siglo XX ha sido permanentemente revisitado, no sólo en España, sino también en toda Europa, especialmente Polonia y Alemania. Dos grandes de la escena española le han echado el ojo. José Luis Alonso, allá por 1990, trabajó un tiempo el texto, pero concluyó que tenía que modificarlo mucho y desechó el proyecto. Apenas hace un año, José Luis Gómez también barajó este Calderón que finalmente desestimó.

También es significativo el que, en 1691, el editor Vera Tassis y Villaroel cambiara el título original de El Tuzaní de la Alpujarra por Amar después de la muerte para hacerlo pasar por un drama romántico.

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