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Reportaje:

Clemente, la esperanza del pasado

El Athletic destituye a Mendilibar y apela a su ex entrenador más polémico para salvar la categoría

En plena época de crisis, el Athletic mira al pasado para encarar el futuro. La decisisón de destituir a José Luis Mendilibar (el segundo entrenador más breve en la historia del Athletic, con diez partidos de Liga) y elegir a Javier Clemente, en su tercera llegada al club, parece más una decisión cosmética que deportiva, un apunte por los alrededores de la entidad más que una apuesta por un cambio de rumbo. Clemente, que no entrenaba desde la temporada 2003-2004, vuelve, como se preveía, para sacar a flote un equipo hundido.

La culpa, según la versión oficial, es de los medios de comunicación. En Ibaigane (sede social del Athletic), el ambiente es de nerviosismo. La directiva más triunfalista de los últimos años se enfrenta al momento más delicado de los últimos años. Lamikiz, sinceramente dolido por la destitución de su hombre de confianza (Mendilibar), estuvo a punto de llorar cuando anunció el despido. Luego cargó contra los medios de comunicación: "Esto no es salsa rosa, hacemos algunas cosas mal, pero no lo hacemos todo mal; os pido por favor que dejéis trabajar al nuevo entrenador antes de juzgar o críticar"... Y por lo tanto "no va a haber entrevistas, las reglas han cambiado", afirmó el presidente. Otra vez, como en los viejos tiempos, los medios en la palestra.

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La escenificación del cambio tuvo un punto de brutalidad. A las 12.30 horas comparecía José Luis Mendilibar, flanqueado por Fernando Lamikiz y Txema Noriega, director de Lezama. Lamikiz justificó la destitución por los malos resultados, sin evitar algún guiño avieso a los medios de comunicación por el tratamiento concedido al ex entrenador. Era el primer aviso en un ambiente propicio a la festividad de Todos los Santos. Mendilibar, pura sensatez y saber estar, pidió que no se alargara innecesariamente la conferencia de prensa, confió en el equipo y dejó a la conciencia de cada cual lo dicho o escrito. Por momentos parecía que el entrenador destituído era el presidente y el presidente en curso, el entrenador. Acabada la rueda de prensa, hubo que esperar veinte minutos a una conferencia con los mismos protagonistas en las esquinas y Javier Clemente en el centro. En veinte minutos habían pasado veinte años de historia. Clemente, con tablas, llegó saludando, sonriendo, mientras Lamikiz mantenía el rictus serio de los malos momentos. Clemente, más cercano, mas familiar, pidió a los medios que hagan "crítica dulce; criticar sí, pero con dulzura, porque todos tenemos que remar en la misma dirección".

Un viejo mensaje de alguien que sabe, como recordó, que tiene mucha gente en su contra por problemas del pasado. "En su día, por inexperiencia, entre Sarabia y yo arruinamos una parte de la imagen del club. Todo fue por una chorrada. Yo la cagué y él la cagó. Pero ojalá ahora tuvieramos muchos Manolos [Sarabia] porque fue un gran jugador", reconoció.

Lamikiz pasó un mal trago -el peor de su vida deportiva, según dijo-. No era extraño. Es su tercer entrenador en año y medio, cuando venía repitiendo el mensaje de que el Athletic reclama estabilidad en el banquillo. Así llegó a hablar de sucesiones naturales de primer a segundo entrenador (que no se han producido) o de Ferguson, eterno entrenador del Manchester, como modelo de la entidad. Clemente es su tercer entrenador y nadie garantiza que sea el último. Ha firmado por dos temporadas con el sueldo sujeto a objetivos que pasan primeramente por la salvación. La directiva ha buscado un escudo frente a las críticas, anuncia un búnker informativo y le deja a un experto mediático el toreo de los asuntos cotidianos. Nada que ver con el programa ni con la psicología del presidente.

Txema Noriega, Javier Clemente y Fernando Lamikiz, ayer en Ibaigane, sede del Athletic.
Txema Noriega, Javier Clemente y Fernando Lamikiz, ayer en Ibaigane, sede del Athletic.TXETXU BERRUEZO

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