Araucaria

Mañana cumple 250 años el Real Jardín Botánico de Madrid, creado en 1755 por Fernando VI. Su primer emplazamiento fue la Huerta de Migas Calientes, cerca de Puerta de Hierro. En 1774, Carlos III ordenó su traslado a la actual ubicación del paseo del Prado, donde fue inaugurado en 1781 por ese rey culto al que muchos eruditos siguen considerando el mejor alcalde de la historia de la Villa. El Botánico, pionero en Europa, constituye un símbolo de la Ilustración española del siglo XVIII y un alegato contra la furia arboricida que padecemos. Los árboles, incluso los madroños, están mosqueados con Madrid, que tanto les debe. La botánica, como disciplina científica, fue iniciada por un griego que, a pesar de llamarse Teofrasto, era discípulo de Aristóteles.

Mañana, en jornada de puertas abiertas, se presentará en sociedad la nueva joya verde de la capital: la araucaria araucana, un hermoso ejemplar de la familia de las coníferas descubiertas por el mítico capitán Cook en 1774 durante su segunda expedición por el Pacífico. La araucaria madrileña es joven y tiene tres metros de altura. Se trata de una especie endémica de Chile y Argentina. Puede llegar a medir 50 metros y existen árboles veteranos de más de mil años de edad. No sabremos si esta preciosidad es macho o hembra hasta dentro de 25 años. Es planta sosegada que se toma las cosas con calma, pero está en peligro de extinción por la voracidad de madereros infames. Ha sido declarada Monumento Nacional de Chile. Bienvenida sea esta criatura serena y melancólica. Si aporta sosiego, lo mismo da su sexo. Si sale con barbas, san Antón; y si no, la Purísima Concepción.

El primitivo Jardín constaba de dos mil plantas recogidas en sus viajes por el cirujano militar José Quer (1695-1764). Los médicos siempre han tenido mucha relación con la botánica. El naturalista sueco Linneo (1707-1778) era galeno, y los españoles Andrés Laguna (1499-1560) o José Celestino Mutis (1732-1808). El actual especialista en flora acuática del Botánico se llama Santos Cirujano.