Malas vibraciones en Bilbao

La semana pasada, el técnico del Athletic, José Luis Mendilibar, destapó la caja de los truenos. Tras seis partidos de Liga, con una sola victoria y en posición de descenso, acusó a una parte del entorno rojiblanco de ir contra él y contra el presidente del club, Fernando Lamikiz.

El entrenador rojiblanco trazó inconscientemente una línea entre buenos y malos

y quiso dar un golpe de mano sobre su rotunda personalidad. El efecto fue el contrario. Tras las críticas recibidas por el juego del equipo, lo que transmitió hacia dentro y hacia fuera fue tensión. Tanta, que el propio Lamikiz se vio obligado a realizar un tour radiofónico para recuperar la calma y ratificar al técnico. "Aunque se pierda contra el Sevilla, contra el Real Unión, en la Copa del Rey, y contra el Cádiz, Mendilibar seguirá", afirmó Lamikiz en una entrevista concedida a la cadena SER.

El propio técnico se dio cuenta de que sus manifestaciones habían echado gasolina al fuego y suspendió otra comparecencia, incialmente prevista, según la rutina, para tres días después.

Lo único que había ocurrido es que en los medios de comunicación se apuntó la alarma de caer tan pronto en los puestos del descenso y se habían explicitado algunas críticas sobre las continuas variantes en la alineación que llenaban de dudas el inmediato futuro. Hasta en los sectores más afines a Lamikiz se recordaba que con Ernesto Valverde se consiguió un equilibrio que ahora se echa en falta. Pero Mendilibar recordó que el anterior técnico también tuvo que soportar un incio de temporada desalentador.

El Athletic amenazaba incendio y Lamikiz, ante el importante partido de hoy contra el Sevilla, tiró de manual y quiso descargar al entrenador de cualquier tensión. Incluso habló de la longevidad de Alex Fergusson en el Manchester a pesar de que en dos años ya cuenta dos entrenadores, de proyecto para una legislatura y de continuidad en la labor deportiva del equipo.

Ya preveía el Athletic que una derrota en Vila-real, como ocurrió (3-1), iba a hacer muy larga y tensa la espera hasta el siguiente partido. Lo que no se esperaba es que la reacción fuera desde dentro ante las críticas al juego de un equipo aún en proceso de asimilar los deseos de su técnico, a su vez en proceso de adquirir un concimiento más preciso de la plantilla.

El vestuario también se ha movilizado. Algunos jugadores, como Aranzubia, reconocen que las críticas les han dolido al sentirse cuestionados en su juego y otros, más tranquilos, como Etxeberria, piden "un control de la ansiedad por ganar". Muchos han salido a la palestra para pedir calma o tensión, según de qué se hable; para apoyar al técnico, que ayer vio "ganas de ganar" en sus futbolistas. "Según les he visto en los entrenamientos y en las declaraciones a vosotros [los periodistas]", matizó.

Se diga o no, el partido contra el Sevilla se antoja como la primera final de Mendilibar. Será ante un rival que, en el año de su centenario, acumula tanto dinero en sus arcas como dudas en su juego. Bilbao respira porque ya no esta Baptista, auténtico killer de los rojiblancos, a quienes siempre marcó. La prueba de fuego se pasará en San Mamés, cuyo pronunciamiento se desconoce.