_
_
_
_
_
Entrevista:FÚTBOL | Séptima jornada de Liga

"He ganado agresividad"

Vicente admite que está por debajo de su mejor nivel, pero se siente maltratado en la selección española

Cada vez que se deprime, o que quiere escaparse unas horas del fútbol, Vicente se refugia en otra pasión poco habitual en sus compañeros de profesión: los toros. Pero no los toros de la plaza, sino los de la calle: els bous al carrer, según la tradición valenciana de suelta de vaquillas por las callejuelas de los pueblos. A eso se acogió el viernes tras el entrenamiento, con dos DVD en las manos sobre tan peculiar afición, cuando se desató la tormenta sobre unas declaraciones suyas en Ràdio 9 en las que reconocía su fría relación con el barcelonista Puyol y culpaba a la prensa madrileña de su suplencia ante San Marino.

Se siente dolido el jugador del Valencia, sometido a los vaivenes de esta montaña rusa llamada fútbol: hace un mes era el abanderado de la selección española y hoy es suplente después de caer en el descrédito de los extremos. "¿Extremos? No hemos perdido ni un solo partido jugando con ellos. Claro que a veces habrá que jugar de otra manera. Eso es beneficioso. Pero es injusto que se haya cargado contra Joaquín y contra mí. Pagamos los platos rotos. Ante Bélgica no hice un mal partido", afirma Vicente mientras le brilla un pendiente en el lóbulo de su oreja izquierda. No pone excusas sobre su rivalidad con Reyes: "Es un gran jugador y, si está mejor, es normal que juegue". Pero discrepa de Javier Clemente sobre la ligereza de la España de Luis Aragonés: "A la selección no le falta músculo: no puede ser toda fuerza".

"En el pique con Puyol perdimos los nervios. Hay con quien tienes 'feeling' y con quien no"
"Joaquín y yo hemos pagado los platos rotos. No hemos perdido aún jugando con extremos"

A sus 24 años, Vicente sabe dónde está. "No estoy como antes de lesionarme, cuando ganamos la Liga y la Copa de la UEFA

[fue proclamado el mejor futbolista español por los entrenadores de la Liga en 2004], pero tampoco estoy mal. Éste es mi sexto año en Primera y sé cómo es esto". También sabe lo que es sufrir: se pasó casi todo el curso pasado en blanco por una lesión de tobillo que los médicos del Valencia tardaron meses en diagnosticar. Se deprimió. "Lo pasé muy mal". Trabajó en el gimnasio mañana y tarde. "Aproveché para estar más tiempo con mis padres y mi novia". Se operó, pero el tobillo le sigue doliendo como una maldición. "Son unas molestias que desaparecen cuando lo caliento, que van desapareciendo, pero quizá ya no entro con la misma fuerza o voy con un poco de miedo". Físicamente, se ve perfecto aunque advierte que en el Valencia está corriendo demasiado por no estar el equipo ajustado tácticamente: "Estoy convencido de que voy a volver a ser el que fui". Cuestión de confianza.

Tampoco le ha ayudado la inestabilidad en el lateral izquierdo del Valencia. Echa de menos a Carboni, que pasó a la reserva cuando cruzó la barrera de los 40. Dejó de cubrirle las espaldas. Y de darle consejos cada vez que se juntaban por la banda. Por allí han pasado sin consistencia Fabio Aurelio y Moretti. Los rivales, además, lo conocen de sobra. "Me dejan recibir el balón menos que antes". Machacado a golpes como ha estado, el técnico de Mestalla, Quique Flores, le trajo a Regueiro para darle un respiro. Pero el uruguayo no se ha ganado su confianza.

Por su forma de jugar, buscando siempre el desborde y el uno contra uno, los tobillos de Vicente son carnaza para los defensas sin escrúpulos. Está acostumbrado a recibir patadas, aunque últimamente haya sacado una vena pendenciera: "Sí, he ganado agresividad: si no entras fuerte, te vas a hacer más daño". No sólo eso. Ahora se encara con los defensores, caso de Puyol, con quien llegó a las manos en el último entrenamiento de la selección. "Mentiría si dijera que nos llevamos bien. Hay jugadores con los que tienes feeling y otros con los que no. Fue un pique en el que perdimos los nervios. Puede pasar entre un defensa y un delantero". Claro que el viernes por la noche entró en escena Luis para tronar contra Vicente. "A mí me dijo que no tenía ningún problema con Puyol. Está mintiendo. Tendré que hablar con él", amenazó. Quique Flores, en cambio, sacó de la riña con Puyol la lectura más positiva posible: "Nos gusta ver a este Vicente agresivo, duro, que choca, que puede estar decepcionado por no haber jugado ante San Marino y a quien vamos a darle ese cariño que no le dieron en la selección".

Pese a su aire apocado e introvertido, nunca le faltó carácter a Vicente, que ya de pequeño fue desechado por muchos entrenadores, que lo consideraban "demasiado pequeño". Se rebeló contra eso como se rebelaría más tarde contra la jerarquía de Kily González en la banda izquierda del Valencia. Y en ambos casos venció. A los 15 años pasó por un centro de alto rendimiento de Barcelona para crecer. Era su segundo año de infantil en el Levante, que lo fichó tras haberlo visto uno de sus técnicos, Vicente Tarín, en el pueblo de Castellón en el que ambos veraneaban, Eslida. Allí surgió esa afición a los toros. Son un recuerdo de su infancia que le sirve para escapar del fútbol cuando se pone feo. Como ahora.

"Y porque lo tengo prohibido, que, si no, me gustaría rodar a las vacas. Lo haré cuando deje el fútbol", promete.

Vicente, durante una entrevista.
Vicente, durante una entrevista.JOSÉ JORDÁN

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_