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Crítica:ÓPERA | 'Tannhäuser'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Oviedo se reafirma con Wagner

La ampliación de fronteras de la Ópera de Oviedo se manifiesta con la elección de un título de Wagner como segunda propuesta de la temporada, justamente después de una ópera de Händel en la apertura. La literaria ciudad asturiana no ha sido nunca excesivamente wagneriana, a pesar de su hermanamiento con Bochum en la cuenca del Ruhr, y cuando las óperas del autor de Tristan und Isolde se han representado aquí han sido dobladas al italiano, aunque la más reciente -El holandés errante- se haya escuchado en el idioma original alemán.

Además, no se han andado con pamplinas optando por una puesta en escena de corte divulgativo. La lectura de Tannhäuser ha sido en clave psicoanalítica, con un protagonista atormentado en sus sueños y pesadillas, debatiéndose, por un lado, entre el amor carnal y el espiritual, y por otro, viviendo como una pesadilla el proceso de creación, tal vez como un guiño al propio compositor. Las imágenes escenográficas y la dirección de actores han manifestado con claridad las intenciones. Las escenas menos conseguidas han sido las derivadas del reino de Venus, en una estética de burdel antiguo, y las más atractivas las que planteaban cuestiones simbólicas desde la mente dubitativa del protagonista. No ha sido un montaje redondo, pero sí al menos coherente desde una determinada perspectiva.

Tannhäuser

De Richard Wagner. Con Wolfram Millgramm, Emily Magee, Graciela Araya, Ángel Ódena y Andrew Greenan, entre otros. Orquesta Sinfónica Ciudad de Oviedo. Director musical: Friedrich Haider. Producción de la Ópera de Halle. Dirección de escena : Bruno Berger-Gorski. Escenografía: Heinz Balthes. 58ª temporada de ópera de Oviedo. Teatro Campoamor, 10 de octubre.

Tiene mérito el planteamiento de los Amigos Asturianos de la Ópera. Por una parte atrevido, por otra prudente, y a fin de cuentas audaz artísticamente dentro de lo posible. Como Tannhäuser, ahí es nada, se contaba con Wolfgang Millgramm, debutante en 2002 en el Festival de Bayreuth con este mismo papel bajo la batuta de Christian Thielemann. Los comienzos fueron titubeantes, pero el tenor se fue yendo hacia arriba conforme transcurría la obra y, qué tío, aguantó el tipo hasta el final. Tiene empuje, no excesivo refinamiento, pero salva con entrega los innumerables obstáculos del rol.

La cantante más completa de la noche fue Emily Magee, una wagneriana de postín para Elisabeth, pero también se luce Ángel Ódena como Wolfram von Escenbach, y se desenvuelve con corrección Graciela Araya como Venus. El reparto vocal es bastante homogéneo en sus prestaciones secundarias. Los coros de los Amigos Asturianos de la Ópera e Intermezzo cumplen en su prestación conjunta.

La dirección musical de Friedrich Haider acentúa el lirismo exacerbado de la obra y en más de un momento llega a lo elegiaco. Destaca, sin cargar las tintas, lo que podríamos llamar la dimensión belcantista de Wagner, lo que encuentra más de una complicidad en el escenario. La orquesta responde a esa intencionalidad. Al público no habitual a las brumas germánicas le resulta cómodo este acercamiento melódico italianizante. Al final manifestó generosamente su aprobación y hubo éxito sin fisuras. La Ópera de Oviedo continúa sin aspavientos su positivo proceso de normalización en la amplitud del repertorio, en la consistencia orquestal y en la variedad escénica, sin renunciar para nada a la solidez de los repartos vocales. Ciertamente, está encontrando un camino muy estimulante.

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