"Los goles se deben celebrar en equipo"

La danza ritual que sirve a los brasileños del Madrid para celebrar sus goles ha puesto de manifiesto algunas disonancias en el seno del vestuario. Dentro del club hay quienes las reprueban porque las encuentran poco estéticas y hay quienes las sancionan desde un punto de vista moral. Ayer habló Helguera en una conferencia de prensa y dijo que los goles se deben festejar entre todos porque son algo que concierne al bien común del Madrid y no sólo al beneficio de los cuatro brasileños del equipo.

"Los goles", dijo Helguera, "aunque los meta uno u otro, se deben celebrar en equipo. A mí, por lo menos, me gusta más. No gana un gol de Ronaldo ni uno de Roberto Carlos, gana todo el Madrid. Además, imagínense si saltamos los once uno detrás de otro haciendo el pingüino ese que hicieron [contra el Mallorca]...".

La doctrina de Helguera coincide con la más extendida de las opiniones dentro del madridismo. Ayer, la Cadena SER, en su programa Ser Deportivos, hizo una encuesta entre los oyentes poco después de las declaraciones de Helguera. El 70% rubricó las palabras del jugador. La mayoría entiende que no sólo se trata de celebrar un gol. Lo fundamental es dar una imagen de unidad que el baile del sapo y la cucaracha no hacen posible.

Helguera encaja en un modelo muy tradicional de madridista. Es severo, autoexigente, competitivo y un punto arrogante. Ayer confesó que sintió pudor por los rivales que tuvieron que asistir a las danzas de Ronaldo y Roberto Carlos. "Cada uno los celebra [los goles] como quiere", dijo, "pero, si fuese del equipo contrario, a mí tampoco me gustaría. No lo hacen [el baile del sapo o la cucaracha] con mala intención, para que el equipo se ofenda, sino sólo para celebrarlos. Pero, si fuera al contrario y yo perdiera por 3-0, me parecería que se cachondeaban. A mí no me gustaría, pero cada uno hace lo que quiere. Ellos ya son mayorcitos. El otro día ya le di una patada a Roberto en el trasero cuando bailaba, pero ya son mayores".

Las declaraciones de Helguera confirman lo que se ve en el campo e insinúan lo que se intuye que ocurre en el vestuario. Por un lado, los brasileños; por el otro, los demás -españoles, franceses, británicos y uruguayos-. Desde que Ronaldo celebró sus goles en Vitoria tendiéndose sobre la hierba de espaldas y sacudiendo brazos y piernas -como "una cucaracha", dijo-, sus compañeros asisten perplejos a la disyuntiva de unirse al baile o limitarse a contemplarlo. La coreografía no tendría nada de trascendental de no ser por la composición de la plantilla del Madrid y el cuerpo técnico, que contabilizan ocho brasileños. Si el entrenador, Vanderlei Luxemburgo, no consigue que toda la plantilla, baile quien baile, se sienta integrada en el proyecto, cualquier gesto encenderá una polémica.

De momento, la danza de Ronaldo y sus amigos ha tenido un efecto sorprendente: llamar la atención tanto o más que la reacción del equipo en la Liga. Con los cuatro goles de los brasileños, el Madrid ya está el tercero en la clasificación, con 12 puntos y tres de ventaja sobre el Barcelona y el Valencia y exhibiendo cada día más contundencia en su juego.