Beckham y Rooney hacen las paces

Un código no escrito, tan viejo como el propio deporte, domina el mundo del fútbol. "Lo que pasa en el campo se queda en el campo". Se aplica a las patadas. A las entradas malintencionadas. Y a los insultos, incluso cuando quien utiliza las peores palabras es un compañero de equipo: David Beckham, centrocampista del Real Madrid, y Wayne Rooney, delantero del Manchester United, se encontraron el domingo en la capital española para hacer las paces y olvidarse de una reciente pelea.

Dos imágenes resumen la historia de la disputa y retratan las dos caras de Rooney. La primera, vivida con estupor por media Inglaterra, la que veía por televisión el Irlanda del Norte-Inglaterra (1-0), clasificatorio para el Mundial de Alemania, recoge a Rooney con el rostro enrojecido y desencajado: "¡Cállate de una puta vez!", le espetó a Beckham, el capitán de la selección, mientras el madridista le pedía que se calmase, que reprimiese sus airadas protestas para que no le expulsaran. La pelea continuó, supuestamente, en la privacidad del vestuario. "¡Eres un bastardo!", insistió Rooney, de 20 años.

La otra imagen muestra una segunda versión del heredero del volcánico Gascoigne, la del chico tranquilo y enamorado que voló el domingo hasta Madrid junto a su prometida, presenció la derrota del Mallorca en el Bernabéu desde el palco de Beckham, y luego se fue a cenar con su compatriota. Hicieron las paces. Quedaron como amigos. Y decidieron trabajar juntos para que Inglaterra juegue el Mundial. Para que hubiera final feliz, sin embargo, fue necesario que Rooney enseñase su tercera cara, la del loco arrepentido: Rooney sólo fue invitado a Madrid tras llamar a Beckham por teléfono para pedirle disculpas.