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Entrevista:KLAUS ZIMMERMANN | PRESIDENTE DEL INSTITUTO ALEMÁN DE INVESTIGACIÓN ECONÓMICA

"Los europeos del sur asumen hoy el papel del alemán trabajador"

El catedrático de Economía en Bonn y en Berlín Klaus Zimmermann, de 52 años, preside en la actual capital alemana el Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW), uno de los seis centros de análisis más prestigiosos del país. En la abandonada Bonn dirige el Instituto para el Futuro del Trabajo (IZA), otro lugar de reflexión sobre la economía. Es en esta última ciudad en la que, sin pelos en la lengua, se desarrolla la entrevista con EL PAÍS.

Pregunta. Usted dice que hay que elegir entre la gran coalición o Italia. ¿Por qué está usted tan a favor de esta fórmula?

Respuesta. En Alemania tenemos dos grandes constelaciones políticas: una la forman el Partido Liberal y los conservadores; la otra, el SPD y Los Verdes, que llevan mucho tiempo cooperando. Ahora ha aparecido el nuevo Partido de la Izquierda, que, en cierto modo, no ha permitido que ninguno de los dos grandes bloques tenga mayoría. La consecuencia es que tendrían que colaborar bloques que no encajan entre sí. De hecho, ya hemos tenido una gran coalición en los últimos años en el Bundesrat

"Una posibilidad [para salir de la crisis] es que Schröder siga dosa años más y que luego se dé a Merkel la posibilidad de dirigir el gobierno
"Un trabajador con familia y varios hijos puede cobrar más [de la seguridad social] que con un empleo no cualificado. Por eso la gente se queda en casa
"Con una gran coalición se tragan mejor los sapos. Y tendría la oportunidad de dar una alegría a Europa con una política presupuestaria mejor"
"La red de la seguridad social se ha convertido en una tumbona. Los alemanes son campeones mundiales del ocio y no a la hora de trabajar"
"No se podía esperar que todo el territorio de Alemania del Este se pusiera al nivel de Alemania del Oeste de la noche a la mañana"
"Si aumenta la esperanza de vida y cada vez se unen más personas al grupo de jubilados, en 10 o 20 años más habrá una gran catástrofe"

[el Consejo Federal, la segunda Cámara, que representa a los Estados federados] que ya hace mucho tiempo que tiene derecho de veto. Debido a las relaciones de mayoría en esta Cámara, la oposición ya ha hecho tratos con el Gobierno. En muchos casos, o no llegaron a término, o no se hicieron bien, porque no se podía asumir la responsabilidad conjunta. Ahora hay que hacerlo, y yo creo que, además, se puede.

P. ¿Quiere decir usted que hay una base común entre ellos?

R. Hay una gran base común. No importa lo que se haya dicho en la campaña electoral. Empecemos por la reforma del federalismo, que necesitamos con urgencia. La relación entre el Gobierno federal y los Estados federados debe modificarse para que no estén todos hablando al mismo tiempo y complicando las cosas. Tenemos que sanear las finanzas públicas. Tenemos que reformar de nuevo los impuestos y simplificarlos, y tenemos que emprender urgentemente la reducción de costes no salariales con una financiación distinta de los sistemas de seguridad social. Son temas en los que, en definitiva, hay importantes puntos en común entre los conservadores, es decir, la Unión, y el SPD. Por eso creo que se llegará a una gran coalición.

P. ¿Cree que tendrían trabajo suficiente para cuatro años?

R. Tendrían trabajo suficiente para ocho años, pero sólo disponen de cuatro. La cuestión es que tienen la mayoría. Esto es muy importante. Necesitamos cambios en la Constitución que sólo se pueden llevar a cabo con una mayoría de dos tercios. Y esta coalición la tiene.

P. Una cuestión peliaguda es la personal de Schröder o Merkel. ¿Cree usted que va a haber una solución?

R. La personalidad es muy importante. Por supuesto, ambos serían buenos cancilleres, creo yo, pero no pueden serlo los dos al mismo tiempo. Uno u otra tiene que renunciar. No creo que una gran coalición fracase por la cuestión personal. Si hace falta, habrá otras personas. Desde mi punto de vista, la solución probable es que no sea ninguno de los dos. La segunda posibilidad es la que yo apunté la misma noche de las elecciones, y que ahora también otros mencionan...

P. ... la solución israelí.

R. Ya la noche de las elecciones dije que una posibilidad era dejar que el muy exitoso canciller Schröder siguiera dos años más, y después, en el segundo periodo, se diese a la señora Merkel la posibilidad de dirigir los asuntos de gobierno.

P. Pero se critica a la gran coalición porque con ella se produce una parálisis política.

R. En ambos partidos hay un grupo grande de personas que pueden y quieren trabajar juntos. Después está el ala izquierda del SPD, que ya ha dado quebraderos de cabeza a Schröder, y que ahora se ve en cierta manera reforzada por el ala de los trabajadores de la Unión, porque ambos partidos tienen intereses y figuras muy parecidos.

P. Gran coalición de los que tienen una conciencia social...

R. Es una gran coalición de las reformas, pero también una coalición de personas con conciencia social. El peligro no está en la paralización. En todo caso, el peligro está en que las fuerzas obstinadas de ambos partidos se unan para impedir una reforma más profunda, pero en esta coalición yo veo también una oportunidad.

P. Otro argumento en contra es que la oposición se quedaría en muy poca cosa. La única oposición sería probablemente el nuevo Partido de la Izquierda, y hay riesgo de que éste pudiera crecer mucho.

R. Me parece posible en teoría. Si fuera el único, sería un peligro. Pero hay otros dos partidos de oposición. El más grande es el FDP. Será una oposición muy elocuente, que seguramente pedirá más reformas. Y tendremos también a Los Verdes, que también quieren reformas constructivas, pero al mismo tiempo impulsarían el argumento social. De modo que Lafontaine y Gysi [líderes del Partido de la Izquierda] podrán pronunciar muchos discursos elocuentes, pero me parece que no van a lograr lo que insinúan. Sólo lo conseguirían si el Gobierno fracasara, si no se llegara a ninguna decisión ni cambio concreto.

P. Hablemos de economía. Alemania, la antigua locomotora, está ahora prácticamente parada. Ya hace tres, cuatro años que, en crecimiento, es el farolillo rojo de la Unión Europea, lo que es inaudito. ¿Cuáles son las causas de esta situación?

R. Es muy difícil de distinguir en detalle. Una causa es, sin duda, la muy onerosa reunificación de Alemania. Tenemos que soportar cargas muy elevadas, y en segundo lugar, estas cargas han sido financiadas por medio de una política no muy inteligente. En su día se debió decir: subamos los impuestos; entonces, toda la sociedad soportaría el proceso de transformación. Pero tomamos la decisión, eso fue obra de los políticos, de hacerlo por medio de los sistemas de seguridad social, por la puerta de atrás, y esta carga recae, en última instancia, en el trabajador. Es decir, el factor trabajo soporta las cargas del proceso de unificación, se vuelve así demasiado caro, y conduce a una disminución del empleo y, con ello, también a una reducción del crecimiento. Ésta es una de las cuestiones más importantes.

P. Han pasado 15 años. La digestión de la antigua RDA ha resultado mucho más complicada de lo que muchos pensaban.

R. Muchos creyeron que asumir país era algo que se podía regular de un día para otro. Además se ha regulado sin probar nada nuevo, sino que se ha encasquetado sobre Alemania Oriental lo que había dado buen resultado en otro lugar. Se habría podido experimentar mucho y empezar algo nuevo. Sin duda, esto fue un fallo. Pero, por otro lado, no hay que minimizar los éxitos. No se podía esperar, como dijeron los economistas desde el principio, que todo el territorio de Alemania del Este fuera a ponerse al nivel de Alemania Occidental de la noche a la mañana. También en el Oeste hay grandes diferencias entre el Norte y el Sur. Hasta dentro de Baviera hay grandes diferencias entre Múnich y la Selva Bávara.

P. La transferencia de 80.000 millones de euros cada año, el 4% del PIB, es diez veces lo que España recibe de la Unión Europea, y se tiene la impresión de que no se invierte bien.

R. Así es. Éste es el segundo fallo. El dinero va a parar al consumo. Después de la reunificación, nuestra política de mercado laboral ha sido una política social. Se aplicaron medidas de empleo que no sirvieron para devolver a la gente al mundo del trabajo. Lo sabía todo el mundo, porque si, en lugar de hacerlo así, ese dinero se hubiera utilizado para subvencionar puestos de trabajo en las empresas, se habrían reducido los costes no salariales y habría sido mejor. Por otra parte, la gran cantidad de dinero que también reciben los Estados del Este para infraestructuras, prácticamente todos lo emplean para financiar el déficit en lugar de invertirlo. Ésa es una política equivocada a la que tenemos que poner fin cuanto antes.

P. Pero la reunificación no es la única causa de la mala situación económica de Alemania.

R. Hemos echado la carga sobre el factor trabajo, y hemos permitido que los trabajadores y los parados quedasen a la espera, por así decirlo, y trabajasen en la economía sumergida en lugar de pasar al empleo regular. Eso quiere decir que la política del mercado laboral debe orientarse más a la aceptación de trabajo. Éste es un fallo. El otro es que nos encontramos en un fuerte proceso de transformación de la economía industrial en economía de servicios. Ocurre en todo el mundo. Las estructuras del empleo se alejan del trabajo de baja calificación para ir hacia el trabajo cualificado. La educación es decisiva. Hemos invertido demasiado poco en educación y no hemos formado lo suficiente a las personas menos preparadas, y por eso se quedan sin trabajo. La mayoría de los parados son de baja preparación. No hemos desarrollado los mercados, ni la sanidad, ni la educación, ni servicios de asistencia a los hogares, donde tenemos un potencial de crecimiento. Por otro lado, los sectores en que hay una competencia global, como el automóvil o la industria química, a pesar de algún punto flaco, prosperan. Pero ahí se reacciona. En general, nuestras empresas exportadoras, la producción de maquinaria, siguen rebosantes de vigor. Tenemos una evolución dispar entre sectores.

P. Pero la demanda interna no funciona.

R. La demanda interna es tradicionalmente débil en Alemania. Se deriva de la coyuntura mundial. El modelo típico de auge en Alemania empieza por el aumento de las exportaciones y sigue por el incremento de las inversiones. Ésta es la chispa que salta, que después llega al consumo y después a la demanda. En cuanto a la coyuntura interior, tenemos ahora dos problemas. Las empresas reconocen que Alemania necesita reformas, pero el Gobierno ha tardado mucho en ponerse a ello. Por eso se han pospuesto las inversiones. Esto vale para las empresas y para los hogares privados. La demanda alemana de coches está muy rezagada. Hace tiempo que debía haber demanda de coches de repuesto. Y en cuanto al consumo, es verdad que se considera prioritario ahorrar en esto y en lo otro, pero sin duda se debe a que la gente no está empleada. En cuanto los parados estén de nuevo ocupados, seguro que volverá a haber un repunte del consumo.

P. Una medida sería reformar la seguridad social. Se dice que en Alemania no merece la pena trabajar, que se recibe casi tanto de la asistencia social como si se trabajara. ¿Es verdad?

R. Sí, un trabajador con una familia y varios hijos puede cobrar más que con un trabajo no cualificado. Así no se puede reprochar a la gente que se quede en casa, y por eso creo que hay que dar con una solución. La red social se ha convertido en una tumbona. Los alemanes se han convertido en campeones mundiales del ocio y no a la hora de trabajar. En ese sentido estamos consiguiendo un cambio de mentalidad. Esto también se ha potenciado en cierta manera con el debate político general según el lema de que trabajando cada vez menos podríamos incluso ayudar a la sociedad. Lo cierto es lo contrario. Si todos trabajan menos deja de haber trabajo disponible. Es una gran equivocación de los no economistas pensar que el trabajo es tan fácil de repartir. Eso puede ser así para una empresa en una situación de emergencia. Pero si se trabaja menos, no trabajan menos sólo personas que quizá quieren compartir su puesto de trabajo, sino que también lo hacen los que son necesarios para que otras personas estén empleadas. Si una empresa está en crisis, los responsables de ella no pueden sencillamente trabajar menos; tienen que trabajar más, y sólo si trabajan más se puede emplear también a otras personas. Así es en general. En muchos ramos tenemos falta de trabajadores especializados, y si pudiéramos cubrir esta laguna, por ejemplo, con inmigrantes, podríamos ocupar también a más trabajadores no especializados que están relacionados con dicho ramo.

P. Entonces, ¿el estereotipo del alemán trabajador ya no es verdad?

R. Hace tiempo que no lo es. Creo que deberíamos recordar de nuevo nuestras virtudes secundarias. Copiamos la imagen de la Europa del sur, mientras que ahora son los europeos del sur quienes han asumido el papel del alemán trabajador.

P. Otro problema es cómo pagar la seguridad social. Las pensiones no se pueden pagar. Si la gente se jubila por término medio a los 60 años, vive aún 25 años más, y se une la bomba demográfica de la baja natalidad, ya no se podrá financiar.

R. Ahí hay dos aspectos. Tenemos, por un lado, un proceso de distribución: la generación trabajadora paga para la generación mayor. Esto funciona cuando la generación trabajadora es más numerosa que la generación que hay que sostener. Pero cuando la generación de jubilados se hace cada vez más numerosa y la situación da un vuelco, tenemos un problema. A eso hay que añadir que en concreto, para colmo, hemos vinculado los pagos de pensiones al nivel de los salarios y, al mismo tiempo, cada vez se vive más años. Esto está condenado a venirse abajo. De momento sólo vemos indicios. Lo que percibimos ahora tiene más que ver con el bajo crecimiento económico y con el hecho de que cada vez pagan menos trabajadores porque cada vez hay más parados. Si el aumento de la esperanza de vida cobra más importancia, porque cada vez se unen más personas al grupo de los jubilados, y esto sigue 10 o 20 años más, habrá una gran catástrofe. O bien habrá que cotizar más y reducir la cuantía de las prestaciones, o la gente tendrá que seguir trabajando más tiempo. Yo me temo que necesitamos una combinación de las tres cosas para poder hacerlo soportable. Por eso cuento con que, probablemente, dentro de 10 o 15 años podremos trabajar hasta los 70 y tendremos que hacerlo. Cuando Bismarck creó el seguro de vejez, éste se cobraba a partir de los 70 años. Sólo más tarde, a lo largo del siglo XX, se rebajó la edad a los 65 años. No es, por así decirlo, la tradición lo que importa aquí, sino que yo creo en la prolongación de la vida laboral, sobre todo ante el trasfondo de que tengamos cada vez más puestos de trabajo que no sean sólo pesados, sino que también produzcan placer, realización personal, felicidad.

P. Hablemos de Europa. Hasta ahora la solución de los problemas europeos era siempre que al final Alemania terminaba pagando. Esto se acabó, ¿no?

R. Esperemos que se haya acabado. Hay que tratar de que los pagos se hagan en función de las condiciones económicas. Va a haber una considerable resistencia del nuevo Gobierno, continuando con lo que Schröder ya inició, a elevar la aportación de los alemanes. Más bien se tenderá a lo contrario.

P. De modo que, sea cual sea el nuevo Gobierno, en Europa ya no se podrá operar con los viejos complejos de culpa alemanes.

R. Han pasado los tiempos en que éramos económicamente fuertes, pero políticamente poco influyentes. Las cosas han cambiado. Económicamente ya no somos tan fuertes, pero, a cambio, nos hemos vuelto más influyentes políticamente. En ese sentido, quizá esté justificado decir que no hay que pasarse. Tenemos que orientarnos por las posibilidades económicas.

P. Alemania ya no es un alumno ejemplar, si se piensa en el Pacto de Estabilidad que incumple una y otra vez.

R. Así es. Yo estoy claramente a favor de una posición más ambiciosa del Gobierno alemán. Precisamente la Unión ha dicho que harían falta bastantes años, hasta 2009, para llegar al punto de equilibrio. Creo que vamos a necesitar grandes esfuerzos para bajar a menos del 3% de déficit. A corto plazo, esto es muy difícil, y a mí me parece que el año próximo no se va a conseguir.

P. ¿No es perverso que el país que ha ido por Europa con lo de que no había que pasar del 3% de déficit, que andaba diciendo que había que defenderse del Club Mediterráneo

[los países del sur de Europa], esté ahora a la cabeza de los que no cumplen los criterios?

R. Entiendo la sorna, y quizá esté justificada. Por otro lado, ocurre que toda la zona euro estuvo cerca del 3% en la última recesión. Todos los grandes países tuvieron dificultades para cumplir, y algún pequeño país se ha servido de triquiñuelas inteligentes, y también no inteligentes, para resolver el problema. En ese sentido no estamos completamente solos. Por eso la Comisión de la Unión Europea ha permitido flexibilidad. Ya tenemos un Pacto de Estabilidad flexible, que permite que, temporalmente, cuando la situación general lo exija, se llegue a compromisos. Pero, en interés del crecimiento económico, a medio plazo tenemos que volver al redil. Por eso a mí me parece que una de las tareas, ya lo dije antes, que tiene que abordar el Gobierno alemán es el saneamiento del presupuesto. Sucede que el ministro Eichel quiso y hubiera podido sanear algunas cosas si la Unión se lo hubiera permitido. Por eso cabe esperar precisamente de una gran coalición, y aquí se cierra el círculo, que las responsabilidades estén más claras. Si ambos gobiernan, tendrán que ponerse a ello. Se trata de que el presupuesto sólo se puede sanear suprimiendo subvenciones y prescindiendo de personal. No puede seguir saneándose con deudas o con menos inversiones en infraestructuras o en educación. En el ámbito de las infraestructuras hemos hecho mucho. Esta fuerza, la disminución del personal en el servicio público, por un lado, pero también restricciones salariales, quizá algo así como una congelación salarial de los funcionarios durante unos años, es, por supuesto, algo que sólo se puede hacer en una política acordada con una amplia mayoría. Como ahora ambos partidos son responsables y se han acabado las posibilidades de movilizar reservas con privatizaciones, que Eichel aún aprovechó, en ese sentido creo que una gran coalición tiene la oportunidad de dar una alegría a Europa con una política presupuestaria mejor.

P. Los sapos se tragan mejor con una gran coalición.

R. Se tragan mejor los sapos, sí, así es.

Klaus Zimmermann, fotografiado en Bonn con el Rin al fondo.
Klaus Zimmermann, fotografiado en Bonn con el Rin al fondo.

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