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Crítica:LA LIDIA | Algemesí
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Aprobado con reparos

La Feria de Algemesí, pionera en su género, tiene a gala incluir dentro de su abono un festejo de promoción con los más aventajados alumnos de la Escuela Taurina de Valencia. Un lujo y una oportunidad de oro dentro del gran escaparate que para los novilleros supone este ciclo. Y si además los enfrentan a novillos de supuesta garantía, la ocasión no puede ser mejor. Y en un trance como éste lo mínimo que hay que exigir a las promesas es actitud, lo que en la terminología taurina se conoce como "ganas de querer ser".

Los cinco futuribles que ayer hicieron el paseíllo en Algemesí pusieron interés. En algunos casos cuestión insuficiente para el buen material que tuvieron enfrente, porque los erales de María Luisa Domínguez ofrecieron las facilidades que en estas situaciones se desean. Nobles, repetidores, con las fuerzas justas y sin agobiar en ningún momento. Un sueño hecho realidad, por desgracia no siempre bien aprovechado.

Domínguez / Javier, Gómez, Prados, Marrero, Martínez

Erales de María Luisa Domínguez, bien presentados, excelentes y con poca fuerza. Pascual Javier: oreja. Alberto Gómez: vuelta. Juan Francisco Prados: oreja. Vicente Marrero: dos avisos y silencio. Juan Carlos Martínez: oreja. Plaza de Algemesí, 26 de septiembre. Tercera de feria. Lleno.

Pascual Javier, que abrió la tarde, se encontró con un noble e incansable novillo. No siempre encontró la distancia. Sin agobios, también sin apreturas, a la faena le faltó mando. El más enrazado de la tarde fue el segundo, que creció en juego a lo largo de la lidia. Alberto Gómez apuntó quietud. Bocetó una faena de buenas intenciones pero acabó por perder los papeles con la espada. El tercero fue de juego ideal para un principiante. Con las fuerzas muy medidas, dejó estar. Juan Francisco Prados lo toreó con cierto gusto, pero también ese novillo mereció más. El eral de menos entidad física fue el cuarto. Mientras duró fue excelente. Vicente Marrero aplicó verticalidad a una labor de más a menos y que terminó con mitin incluido con el descabello. Verde pero bullicioso al máximo, Juan Carlos Martínez ante otro gran novillo. Faena popular, que remató con una entera.

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