Compromiso de fidelidad
Apoyado en la juventud de su plantilla, Claude Puel dirige en el Lille un proyecto a largo plazo
Rechazó primero una oferta para entrenar al Oporto, que acababa de proclamarse campeón de Europa, y hace dos veranos rehusó la propuesta del Lyón, ganador de las cuatro últimas Ligas francesas. Claude Puel se rige por sólidos principios de compromiso hacia el Lille, que le contrató en 2002 para un ambicioso proyecto de futuro. Ahora ha renovado por dos cursos más y justifica con pasión su negativa a escuchar cantos de sirena: "Soy un constructor y queda mucho por hacer. En el Lille soy más que un técnico. Estoy implicado en su crecimiento y, para mí, eso no tiene precio. He empezado un trabajo y no me iré hasta que lo termine porque aquí veo ambición".
En la línea vital de Puel (Castres, Francia; 1961), la fidelidad ha sido, en efecto, un valor constante. Lo demostró cuando ingresó con 15 años en el Mónaco para vestir durante 17 su camiseta al lado de celebridades como Weah, Djorkaeff, Thuram, Scifo o Rui Barros. Fue un centrocampista defensivo ordenado y correcto que disputó más de 600 partidos y ganó dos Ligas francesas. Cuando se retiró, en 1996, se integró en el organigrama del club, a cuyo banquillo llegó en 1999 sustituyendo a Jean Tigana. Así, conquistó el título con el equipo monegasco en 2000. Su sobriedad y su poder de convicción calaron en un vestuario que acogía a gente como Barthez, Márquez, Giuly, Gallardo o Trezeguet, pero un año después fue destituido tras su segundo fracaso europeo.
Puel firmó en 2002 por el Lille, que vivió su mejor época en la posguerra y que en 2001 había participado por primera vez en la Liga de Campeones. Michel Seydoux, conocido productor cinematográfico copropietario de los estudios Pathé y accionista mayoritario y presidente del club, le otorgó plenos poderes para enfocar un nuevo diseño, basado en el reclutamiento de jóvenes con proyección a los que se ofrecen contratos largos y un meticuloso trabajo con la cantera. Confía tanto en él que hasta le invita a participar en los consejos de administración. Además, ha sido paciente: en las dos primeras campañas, no se pasó de la zona media del torneo francés, pero en la pasada alcanzó el subcampeonato y se ganó su regreso a Europa.
Maneja Puel una plantilla con una edad media de 23 años. Su equipo posee equilibrio defensivo, consistencia física, un buen nivel técnico y gusto por el contragolpe. Algunos de sus jugadores ya empiezan a adquirir una interesante reputación, como el elegante centrocampista zurdo Bodmer, cuyo despliegue físico le ha valido el apelativo de El Vieira Blanco, el fortísimo volante camerunés Makoun o los rapidísimos delanteros Moussilou, francés, y Odemwingie, nigeriano. Todos forman un grupo joven. Inexperto, pero entusiasta, solidario y abnegado.
Por eso Puel ve futuro en el Lille y rechazó la oferta del Lyón como le aconsejó su padre espiritual, Arsène Wenger, el entrenador del Arsenal, quien le tuvo como pupilo en el Mónaco. De él parece haber heredado las buenas maneras y la ambición. La Champions supone un magnífico escaparate, aunque en la primera jornada cayeran en Lisboa ante el Benfica por un gol de Miccoli en el tiempo añadido. "Aprendimos mucho de esta experiencia. Somos un equipo pequeño, pero tenemos la aspiración de comportarnos como un grande", concluye Puel.
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