Frustración en el fútbol base
Después de dos años de trabajo constante, asistencia y puntualidad, tanto en los entrenamientos como en los partidos, y en un clima inmejorable de relación entre compañeros, padres y entrenadores, finalizó el pasado junio la temporada de la Escuela de Fútbol del Terrassa FC con un acto de clausura.
Al acabar el evento, un responsable del club anunció públicamente a los niños de los equipos Benjamín 95 los descartes previstos con vistas a a la siguiente temporada. Fue un momento tenso para todos, sobre todo para los niños, que sólo tienen 10 años. Se mezclaba en el ambiente la alegría de quienes supieron que iban a seguir con la tristeza, el desánimo y el llanto de quienes no lo lograron.
Los que consiguieron continuar en el club empezaron el 22 de agosto los entrenamientos como alevines, con la alegría de encontrarse a compañeros que en junio habían sido descartados pero que, para completar el equipo, habían sido llamados. Un mes después, se han anunciado nuevos descartes, de niños que incluso habían sido admitidos antes del verano.
En vista de cómo funciona el fútbol base, cada vez entiendo mejor la suerte que corre el equipo que tenemos en segunda B. No hay más que ver la asistencia a los partidos.
