Tormento provechoso
Todos los torneos tienen su partido trampa. Suele ser contra un equipo en apariencia menor, con poco nombre y menos glamour, plagado de jugadores desconocidos y donde siendo la victoria un botín anunciado, sólo puede depararte disgustos. En el mejor de los casos, puede servir para dar un respiro a los jugadores más utilizados y permite tener más referencias sobre el estado del equipo de cara a compromisos de mayor enjundia. Para España el partido trampa se llamaba Letonia, colocada entre Serbia e Israel, que al menos tiene pedigrí.
En los últimos campeonatos, España había manejado a la perfección esta clase de encuentros, pasando por ellos sin estridencias ni contratiempos. En esta ocasión ha sido todo lo contrario. Letonia, de forma harto sorprendente sobre todo teniendo en cuenta cómo comenzó el equipo español el partido, terminó por convertirlo en un auténtico dolor de cabeza. Y lo hizo llevando el debate hacia el terreno que mejor domina, el de la anarquía, el pim pam fuego desde la línea de tres, el garrotazo defensivo, las mil y una interrupciones, los infinitos tiros libres, en definitiva, consiguiendo que se jugase a su estilo en vez de al nuestro, mucho más académico y razonado. No se llevó la victoria porque incluso en esos terrenos tan irritantes para los entrenadores como celebrados por el público, España tiene más y mejores argumentos. A falta de su habitual efectividad defensiva, supo llevar con la necesaria serenidad el observar como los planes previstos se iban complicando minuto a minuto. Ni siquiera se descompuso con el mazazo del triple desesperado de uno de los Valters que condujo a la prórroga lo que habla a las claras de un equipo maduro y capaz de salir airoso de partidos de muy diferente pelaje, apoyándose sobre todo en la finura con la que han llegado a este campeonato su columna vertebral formada por Calderón, Reyes, Navarro y Garbajosa. Estos dos últimos dieron el mejor ejemplo de su serenidad ante la locura en la que se iba convirtiendo el partido con su impecable comportamiento en la línea de los tiros libres (32 de 34), que resultó determinante para salvar la papeleta.
No hay que olvidar que esta primera fase no deja de ser tres ensayos para el gran día donde te lo juegas todo. En ese sentido, el de Letonia fue mucho mejor de lo previsto, pues colocó al equipo en varias situaciones límite, muy convenientes por su posibilidad de repetición cuando el error no tenga remedio. Y salvo el desgaste físico que tuvieron que soportar Navarro y compañía, los demás problemas bienvenidos sean.
Hablando de problemas, Carlos Jiménez parece sufrir alguno, pues su rendimiento está demasiado alejado de lo habitual. Parece incluso despistado, cuando su concentración y seguridad suelen ser su mejor aval. Nunca un jugador de sus características resulta intrascendente, por lo que su recuperación se antoja muy conveniente de cara a la próxima semana, donde quién sabe si el tormento letón habrá sido del máximo provecho.
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