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Crítica:TEATRO | 'La torna de la torna'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sin dar el peso

Si en catalán entendemos por torna aquello que se añade a una mercancía para que acabe dando el peso que debe, y La torna de Els Joglars (1977) era una versión libre sobre la causa y la ejecución a garrote vil del delincuente común conocido entonces como Heinz Chez -ejecutado, como Puig Antich, el 2 de marzo de 1974, una muerte que Els Joglars de entonces interpretaron como la torna de Puig Antich para desviar la opinión pública-, La torna de la torna que acaba de estrenarse es, en principio, el mismo montaje de hace 28 años con su propia torna para compensar el paso del tiempo y el contexto político, tan distante de aquél, en el que nos hallamos.

La nueva torna de Albert Boadella tiene mucho de sorna -palabra con la que se juega en escena- y mucho también de revival o vuelta a unos tiempos peores contra los cuales algunos vivían mejor. Es, en palabras de Boadella, una manera de devolver la identidad a Chez (desde que Raúl M. Riebenbauer descubrió su auténtica identidad) y quiere ser, también según Boadella, un intento de hacer comprensible el clima de esa época a las generaciones que no lo vivieron. Y ahí es donde la cosa huele a excusa, porque para los que no vimos La torna, el montaje no sólo era el más emblemático de la compañía, sino que significaba toda una leyenda del teatro catalán, mientras que ahora, vista desde la distancia, la leyenda se desvanece y pasa a formar parte de un contexto político muy concreto que la bufonada y la pantomima no ayudan a entender. No es buena la parodia para hacerse una idea de la realidad, pues todo queda en una exageración a la que no se sabe muy bien dónde agarrarse.

La torna de la torna

Intérpretes: Elies Barberà, Aina Calpe, Marta Fernández, Miquel Gelabert, Josué Guasch, Guillem Motos, Lluís Olivé, Pau Sastre, Javier Villena.Dirección: Albert Boadella y Lluís Elias. Teatre Romea, Barcelona, 1 de septiembre.

Esta torna pasa por añadir a la de antes la reinterpretación de los hechos desde el punto de vista de uno de los militares, el coronel Prieto (espléndido Miquel Gelabert), responsable de la orden de ejecución del desdichado Chez, y a quien Boadella sitúa ya anciano en una residencia geriátrica. Desde la actualidad, la torna de antes se queda en un cúmulo de escenas que el coronel revive fruto del delirium tremens por la abstinencia alcohólica que se le impone. Es decir, que si hilamos fino, las escenas citadas del mítico montaje de Els Joglars ya no son más que las alucinaciones de un viejo borracho.

Hay que entender esta torna en el sentido de desquite, de represalia por el consejo de guerra al que Els Joglars fueron sometidos. Una venganza que ha llevado a Boadella a ponerse a malas con algunos Joglars de entonces, quienes reclaman derechos de coautoría, con lo que los únicos que salen ganando con la reposición son los alumnos del Institut del Teatre que protagonizan, junto a Gelabert, el montaje con un trabajo notable.

Una escena de <i>La torna de la torna.</i>
Una escena de La torna de la torna.CARLES RIBAS
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