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Reportaje:CULTURA Y ESPECTÁCULOS

La Mostra proyecta las obsesiones del presente

La memoria reciente y la culpa, y el afán transgresor y el vuelo imaginativo llegan a la 62ª edición de un festival que se inicia con fuertes medidas de seguridad

Enric González

Un par de exámenes de conciencia, un par de audacias contra las que alguien protestará, un par de novedades portuguesas, una fantasía espectacular, un duelo de actores, un musical contemporáneo y un homenaje al cine asiático. A primera vista, esto es lo más destacable en el menú de las películas concursantes en la Mostra, el gran festival cinematográfico veneciano, que se abre mañana entre grandes medidas de seguridad (como casi todo hoy día) y con una fuerte presencia de producciones de Hollywood. George Clooney, que dirige e interpreta Buenas noches y buena suerte, un alegato contra las tendencias paranoides de la política estadounidense, será la primera presencia estelar en la isla del Lido.

George Clooney, que dirige e interpreta 'Buenas noches y buena suerte', será la primera presencia estelar

Los exámenes de conciencia son los que ofrecen Buenas noches y buena suerte y Los amantes regulares, de Philippe Garrel, y resultan intrigantes porque se refieren a dos episodios integrados en la conciencia histórica de Estados Unidos y de Europa. El primero, el de Clooney, rebusca en la memoria de los años cincuenta, cuando el senador Joe McCarthy, un infeliz en permanente estado de ebriedad, lanzó desde la Comisión de Actividades Antinorteamericanas una feroz campaña contra la "infiltración comunista" en la industria cultural de Estados Unidos. La persecución dividió Hollywood en héroes, villanos y víctimas, según los puntos de vista, y el episodio resultó tan vergonzante que hasta el presidente Dwight Eisenhower, un republicano conservador y tradicionalista, lo definió como "asqueroso". El enfoque del director Clooney es progresista y reserva al actor Clooney el papel principal: interpreta a un periodista televisivo que indaga en las inmundicias macartistas.

El episodio europeo es el mayo parisiense de 1968, un acontecimiento muy apaleado en los últimos tiempos. El director francés Philippe Garrel cuenta la historia de un grupo de estudiantes que después de buscar playas bajo los adoquines, las busca en la pipa de opio: pese a todo el trajín, dos de los miembros del grupo tienen tiempo de enamorarse con locura. La película es larga (tres horas) y presuntamente ambiciosa.

En el capítulo de audacias (desde un punto de vista episcopal, al menos) se inscriben un western en el que los protagonistas son homosexuales y una parábola de Abel Ferrara, veterano de la provocación calculada, sobre María Magdalena. Brokeback mountain, de Ang Lee, narra la peripecia de dos muchachos que pastorean ovejas en un rancho del Oeste americano y desarrollan una amistad muy íntima. En Mary, el filme de Ferrara, interpretado por Juliette Binoche, una actriz que encarna a la Magdalena se obsesiona con el personaje.

Manoel de Oliveira, el gran patriarca del cine portugués, se suma a la tendencia de las obsesiones católicas y presenta, a sus casi 97 años, el filme Espejo mágico: un ex recluso (Michel Piccoli) consigue trabajo en casa de una mujer (Marisa Paredes) empeñada en asistir a una aparición de la Virgen. Otro director portugués, João Botelho, lleva al Lido una road movie en la que un tipo recorre Portugal con su chófer en busca de sus recuerdos eróticos.

La fantasía espectacular la aporta el ex monty python Terry Gilliam con Los hermanos Grimm, una fábula de bosques encantados y brujas hermosas situada en la época napoleónica. El duelo de actores es el que enfrenta en Prueba, de John Madden, al ínclito Anthony Hopkins, en el papel de genio de las matemáticas, con la tierna Gwyneth Paltrow, en el papel de su hija.

El musical contemporáneo es de John Turturro, que en Romance y cigarrillos se coloca tras la cámara y se sumerge en los ambientes obreros italoamericanos de Brooklyn para contar la historia de un marido infiel. El marido trapisondista es interpretado por James Gandolfini, el impagable jefe mafioso de Los Soprano, y la música procede de gente como James Brown, Bruce Springsteen y Nick Cave. Parece difícil que con estos mimbres se pueda hacer algo medianito. A Turturro le habrá salido una joya o un guiñapo; en cualquier caso, apetece verlo.

Y luego está Asia: 53 películas chinas y japonesas fuera de concurso (el director de la Mostra, Marco Muller, es sinólogo) y dos que aspiran al León de Oro. Las concursantes son Chin-Jeol-Han Geum-Ja-Ssi, del coreano Park Chan Wook, cuya sinopsis (una joven es condenada injustamente por homicidio y al salir de prisión inicia su venganza) promete grandes crueldades; y Changhen Ge, de Stranley Kwan (Hong Kong), en la que la vida de una mujer ofrece la oportunidad de repasar medio siglo de historia en China.

Las otras películas inscritas a concurso, entre las que habrá, a juzgar por anteriores ediciones, alguna sorpresa agradable y unas cuantas atrocidades, son Persona non grata (Krzysztoff Zanussi), Gabrielle (Patrice Chéreau), Los días del abandono (Roberto Faenza), Hacia el sur (Laurent Canter), Garpastum (Aleksey German), La bestia en el corazón (Cristina Comencini), La segunda noche de bodas (Pupi Avati) y El jardinero fiel (Fernando Meirelles).

John Turturro, durante el rodaje de su musical <i>Romance and cigarettes.</i>
John Turturro, durante el rodaje de su musical Romance and cigarettes.
<i>Buenas noches y buena suerte,</i> dirigida e interpretada por George Clooney (a la izquierda de la imagen).
Buenas noches y buena suerte, dirigida e interpretada por George Clooney (a la izquierda de la imagen).
Juliette Binoche en un fotograma de <i>Mary, </i>de Abel Ferrara.
Juliette Binoche en un fotograma de Mary, de Abel Ferrara.

La avasalladora presencia de Hollywood

La Mostra de Venecia se encomienda en esta edición, la número 62, al patrocinio de Giacomo Gerolano Casanova, el gran seductor veneciano. Se proyectará la última película sobre el personaje, dirigida por el sueco Lasse Hallstroem, junto al Casanova de Federico Fellini

y a un par de películas sobre Casanova de los años cincuenta. Y el 3 de septiembre, recién iniciado el festival, el Palacio Ducal acogerá una fastuosa fiesta de disfraces al estilo

de los tiempos casanovescos.

La sombra más dominante sobre la isla del Lido será, sin embargo, la de los colosos de Hollywood. La Mostra será utilizada para presentar en Europa varias de las principales producciones estadounidenses de la temporada, lo que ha hecho ya surgir críticas contra la supuesta reducción del festival a la condición de tráiler publicitario. Ni las críticas son nuevas, ni lo es la presencia avasalladora de Hollywood. Esta edición se abrirá con Siete espadas, un filme de acción, dicen que apabullante, de Tsui Hark, uno de los grandes artesanos del cine de Hong-Kong, retornado a su país tras una intensa pero no especialmente fructífera experiencia hollywoodiense.

El año pasado, la apertura correspondió a La terminal,

del dúo Spielberg-Hanks: puro Hollywood.

Cameron Crowe presentará su Elizabethtown y Ron Howard, coleccionista de oscars, presentará Cinderella man, la historia, basada en personajes reales de los años veinte, de un boxeador humilde que tiene la oportunidad de disputar una pelea por el título.

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