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Zapatillas sin dueño y manchas de sangre en la arena

Después del susto, muchos corredores se recuperaban de lo ocurrido sentados en los alrededores de la plaza de toros o en los bares de San Sebastián de los Reyes. El suceso dejó en la entrada del coso un reguero de zapatillas sin dueño y varias manchas de sangre.

En los corrillos se comentaba lo sucedido, y los más veteranos movían la cabeza en señal de desaprobación. "El toro mata. Esto no es una broma. Nos estamos jugando la vida", comentaba un corredor, bocadillo de tortilla en la mano.

La tragedia estuvo cerca. Y eso hizo reflexionar a muchos mozos de la localidad, "hartos" de que en los últimos años correr los encierros de San Sebastián de los Reyes el fin de semana se haya convertido en una tarea "imposible". Si los dos primeros días de carreras (el jueves y el viernes pasado) corrieron 2.500 personas, la cifra se duplicó el sábado y llegó hasta los 7.000 corredores en la jornada de ayer.

"Hay mucha gente que no sabe correr y que no debería de estar en la manga. Muchos están borrachos, incluso se meten en el recorrido con la copa en la mano", criticó Eliseo Martín, un corredor de 35 años. Precisamente el denominado servicio de guardería se encarga, minutos antes de que comience el encierro, de retirar del recorrido a los menores de 16 años y a los que no están en condiciones de correr.

"Hay que saber correr"

"Hay incluso chicas que corren con tacones, con la ropa con la que han salido de marcha. Pero esto no es un juego, hay que saber correr. A mí cada vez me da más miedo. Después de lo que ha ocurrido, me voy a pensar dos veces si participo en el próximo encierro", señaló otro vecino.

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Para algunos, la solución pasaría porque hubiese un control exhaustivo de los participantes. "Tendríamos que pagar para poder participar, que hubiese un registro y tuviésemos que llevar todos el mismo pañuelo identificativo", exigió Daniel Mora, otro corredor. Así, según él y otros compañeros, las peñas podrían controlar a los corredores y se evitarían más incidentes.

En otro corrillo que desayunaba en un bar, varios mozos comentaron que lo mejor era subir la edad para participar de los 16 a los 18 años. "Y evitar que corra tanto niñato que empalma la noche anterior de copas con la participación en la carrera", contaron. "Hay muchos que van con las gafas de sol en la cabeza, con gorras o con el teléfono móvil en el bolsillo. Si se les cae al suelo mientras van corriendo es bastante probable que los que vienen detrás se tropiecen", señaló otro.

Los más veteranos no recuerdan nada similar en unos encierros del municipio. Tan sólo en 1989 ocurrió algo parecido: cientos de corredores formaron un tapón en la entrada de la plaza de toros y se produjeron decenas de contusionados.

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