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Crítica:LA LIDIA | Bilbao | CULTURA Y ESPECTÁCULOS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El Cid, al natural

Dos únicos protagonistas se dieron cita ayer: los toros de Victorino Martín y El Cid. El primero por sus toros. El que abrió plaza resultó un toro noble, repetidor, fijo en todo momento en los engaños, atento y presto al toque. El segundo era algo más tardo en los cites, pero cuando iba lo hacía con limpieza y con la cabeza baja; era un poco soso, le faltaba viveza, pero en cambio aportaba mucha nobleza. El tercero fue un gran toro por el pitón izquierdo; por el derecho al parecer no iba. La fijación máxima la puso el cuarto; tenía más corta la embestida, mas no echó un solo derrote y embistió por los dos pitones. El quinto, otro buen toro, encontró que el torero se debatía en un mar de dudas y otros ríos de poca convicción. El último fue la mancha negra. Sin llegar a ser una alimaña, se apuntó al gazapeo, a lo incierto y a mirar más al torero que a su muleta. Era un toro que le gustaba más el oro que la franela.

Martín / Fundi, Encabo, Cid

Toros de Victorino Martín: algunos con falta de fuerzas, excelentes de juego excepto el sexto. El Fundi: estocada (petición y vuelta); pinchazo y gran estocada (ovación). Luis Miguel Encabo: estocada desprendida (ovación); dos pinchazos, pinchazo hondo y descabello (silencio). El Cid: estocada caída (oreja); estocada (silencio). Plaza de toros de Vista Alegre. 27 de agosto. 7ª de feria. Lleno.

Quiere decirse que, salvo el último, la corrida salió como para haber formado un taco. Ni se sabe cuántas orejas podían haberse cortado. Sin embargo ni El Fundi ni Encabo supieron sacar partido de los toros tan nobles, dulces y colaboradores que les cupieron en suerte. Rememorando un famoso titular de nuestro querido y muy llorado Joaquín Vidal, se les podía aducir aquello de "¡Qué quedrán!".

Las cuatro tandas de naturales de El Cid a su primero, tercero de la tarde, fueron soberbias. Estuvieron construidas sobre la argamasa del temple, la largura, el mando y una limpidez máxima. La faena así construida resultó maciza, enormemente emotiva. Caló muy adentro de los espectadores. Pase a pase, los naturales acabaron convirtiéndose en una melodía en rojo.

Cuando torea al natural El Cid como ayer lo hizo es capaz de ir borrando del mapa con la otra mano a las primeras figuras del escalafón, contando con que no sea él mismo una de esas figuras.

El binomio Victorino Martín y El Cid es algo a tener muy en cuenta por el público aficionado a los toros. Dan espectáculo porque existe una gran vibración en esos instantes únicos. "Sólo es válido el instante; sólo cuenta el estado de ánimo; sólo la impresión es real; sólo lo trágico perdura". Eso lo dijo un poeta quizá pensando en ese binomio aludido.

Como actores secundarios, pongamos en valor dos pares muy ajustados de Alcalareño y la brega de El Boni. También hay que remarcarlo, porque es justo, la gran estocada de El Fundi a su segundo toro, cuarto de la tarde.

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