Lluís Lleó une tradición y rebeldía en un gran fresco que pinta en Girona
El artista barcelonés afincado en Nueva York expone su obra en Torroella de Montgrí
Lluís Lleó (Barcelona, 1961) aplica pigmento puro de cadmio sobre un estuco de cal y arena todavía húmedo. La lluvia que le ha sorprendido en pleno agosto facilita la tarea y retarda el tiempo de secado de la superficie. La técnica es la misma que la de los frescos del románico, aunque los tiempos han cambiado: ya no se trata del ábside de una iglesia, sino de una superficie movible de 25 metros cuadrados, con dos caras, sustentada por un marco de acero y prendida perpendicularmente sobre la fachada de la sede de Caixa de Girona.
La obra, que lleva por título Edge -'filo, canto, orilla'-, quiere ser un homenaje a la pintura sin distinción de estilo o época, e intenta hacer desaparecer "la falsa barrera entre figuración y abstracción". La decisión de pintar sólo en color rojo conecta con la sangre y el ADN como hilo conductor de la memoria y la tradición. El artista, que reside en Nueva York desde 1989, empezó hace unos seis años con estas creaciones pintadas al fresco. "La idea surgió al contemplar las pinturas románicas fuera de su entorno natural, expuestas en museos, donde quedan representadas en la tridimensionalidad de un espacio". Lleó cree que los pintores han abusado de formas muy repetitivas y buscó caminos para hacer una pintura "nueva, fresca, diferente y espectacular". Esa búsqueda, realizada en un momento en que su pintura más convencional tenía éxito, le causó no pocos problemas con sus marchantes. Sus nuevas piezas eran "incómodas, complicadas y caras". El artista opina que el poder de los mercaderes del arte ha llegado a un absurdo intolerable. "Es muy difícil dejar de hacer una cosa cuando tiene éxito, quieren que repitas la misma canción hasta que te mueras". Lleó critica también las ferias de arte, a las que considera un fenómeno totalmente "antiartístico". "Creo que, con el tiempo, no estar en Arco [la feria de arte de Madrid] será un gran prestigio".
En Nueva York, Lleó ha encontrado una ciudad en constante ebullición creativa que, según admite, constituye "una cura de humildad" para cualquier artista. "Enseguida te das cuenta de que pintores como tú los hay a patadas, y mejores también". El artista barcelonés tiene muy claras las características que deben distinguir a un creador: "Rebeldía, humildad y rigurosidad". Lleó estima muy positivo el redescubrimiento de Dalí por parte del público norteamericano a raíz de las exposiciones del centenario y asegura que la distancia le da perspectiva sobre el panorama artístico catalán, en el que considera que la hegemonía de Antoni Tàpies ha causado un enorme daño. "Un cuadro de Dalí es como 500 tàpies".
Lleó pasa los veranos en Cataluña, donde trabaja en un taller de Rupià (Baix Empordà). Allí ha creado gran parte de los frescos que pueden contemplarse, hasta el 31 de agosto, en la galería Michael Dunev Art Projects de Torroella de Montgrí. En febrero del año próximo otra exposición llevará sus creaciones a la Fundación Caixa de Girona.
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