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Reportaje:

El juguete que no envejece

Cataluña es una de las cunas del 'slot', el juego de coches en miniatura que cuenta con más aficionados 'maduros'

Miquel Gubianes, de 33 años, ha llegado a entrenarse hasta "tres horas diarias". Ha ganado cuatro veces el campeonato de España de rallies y ocho el de Cataluña. "He estado por encima de las 170 pulsaciones muchas veces, pero nunca he llegado a sudar", reconoce. Marcel Moix, de 40 años, también ama el mundo del motor. Cuando competía, llegó a conquistar cinco campeonatos de Europa de velocidad. Ahora se dedica a coleccionar los coches que ha pilotado: "Debo de tener unos 3.000". Aunque su valor sentimental es "incalculable", están asegurados en 187.000 euros.

Miquel y Marcel son dos de los miles de catalanes que durante su infancia jugaron con el famoso Scalextric, y que ahora, a pesar del paso de los años, continúan estrechamente ligados "al único juguete que no envejece". Así es como lo definen ambos.

Los orígenes modernos del slot -nombre genérico utilizado para denominar a este juego / deporte, y que significa 'ranura' en inglés- datan de 1957. En esa fecha, la compañía británica Minimodels sacó al mercado unas versiones motorizadas de sus coches metálicos de fricción, los cuales circulaban ya por una pista y eran controlados por un mando conectado a la misma.

El mayor auge que ha tenido este juego en toda la historia se produjo en Estados Unidos durante los años sesenta. En aquella década, el éxito cosechado por el slot fue tan grande, que llegó un momento en que decenas de empresas se dedicaban a la fabricación de coches, componentes y recambios. Pero esta época de esplendor terminó nada más empezar la década de 1970.

Después de 20 años, en los que este juguete consiguió seguir con vida, se produjo un resurgimiento sin precedentes, cuyo origen ocurrió en España. A principios de los años noventa, en plena expansión de las consolas de videojuegos, la compañía Exin -fabricante de Scalextric- anunció su cierre definitivo. Un año más tarde, en 1993, apareció la marca catalana Ninco, y con ella brotó de nuevo la pasión por los coches en miniatura, que todavía hoy permanece.

David Cosculluela, de 30 años, es el director general de Ninco. "Ahora mismo somos el principal fabricante catalán de slot", asegura, "y el único que mantiene el 100% de su producción en Cataluña", concretamente en Cornellà de Llobregat (Baix Llobregat). Otras importantes marcas -Tecnitoys, Team Slot, Pink Kar y Retrotec- fabrican en China. Ante este hecho, David teoriza que el éxito alcanzado por Ninco en la última década se debe a que han optado por la "calidad" y a que han sabido "fidelizar a un colectivo de treinta y tantos años", bien para competir, como Miquel, bien para coleccionar, como Marcel. "Nuestro modelo de producción no es exportable", subraya. En 2004 Ninco facturó siete millones de euros vendiendo este tipo de juguetes.

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A juicio de David Lahoz, de 37 años, editor y propietario de Slotcenter.net, una revista digital que recibe más de 60.000 visitas cada mes, "si Cataluña cuenta con tantas marcas y seguidores es gracias a que la primera marca Scalextric estaba asentada en Molins de Rei [Baix Llobregat]", y a que desde siempre "los catalanes hemos sido muy aficionados al mundo del motor y hemos contado con cierto poder adquisitivo".

Desde 1999, todos estos aficionados cuentan con la Asociación Catalana de Slot. Su presidente, Joan Bassas, de 57 años, tiene la intención de "homogeneizar las normas de este deporte para que no se desmadre". Todos los citados coinciden en que los seguidores de este juego son personas que de alguna forma "siguen haciendo caso al niño que todos llevamos dentro".

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