Tetas y diamantes
Desde que se puso a la venta la revista Chic con las declaraciones de Victoria Adams Beckham acerca de sus hábitos de no lectura, he estado merodeando en torno a los quioscos de prensa que permanecen abiertos en esta parte de la ciudad. Quería comprarla para leer la entrevista, y ver qué puedo hacer para ser como ella. Aparte de que regalan una camiseta negra con el título de la publicación en pedrería (qué menos), y en plena zona donde a V. A. B. le hicieron, pocos años atrás, un boob job (trabajo en las tetas: implantes quirúrgicos); no confundir con un blow job (una felación o mamada), ni con un Italian Job (un trabajo en Italia: en términos cinematográficos, generalmente, un robo de joyas). Aunque, ahora que lo pienso, ni las tetas, ni la succión, ni Italia son incompatibles. Gracias al cielo.
Quería comprar la revista 'Chic' para leer la entrevista con Victoria Adams Beckham y ver qué puedo hacer para ser como ella
Quería comprar la revista, decía, para aprender de Victoria y cambiar en la medida (insondable) de lo factible. Es probable que su éxito se deba, precisamente, al hecho de que nunca ha leído un libro porque está demasiado ocupada. Pero, ojo, Victoria: ¡Eso no es verdad, eso es insierto! (me estoy acercando al tono de un programa televisivo de carnaza). Ahora mismo me transfiguro en aludida y marco mentalmente el número de teléfono de la entrevista con la Spice Pija, e interactivamente le arrojo a la cara, en plena página, que el 30 de noviembre de 1999, casada ya con David Beckham y madre de su Brooklyn, Victoria le hizo una confesión a Piers Morgan, entonces todopoderoso director del Daily Mirror (le botaron en 2004 por aquel asunto de las fotos trucadas... sobre una tortura real perpetrada en Irak por soldados británicos). Hablaban ambos de su exagerada delgadez y, entre otras cosas divinamente ordinarias (que es demasiado tacaña para vomitar una cena cara, que a David le llama Goldenballs), ella, tú, sí, Victoria, sí, tú dijiste: "Es (Brooklyn) muy activo. Y yo lo mismo. Incluso si tengo un weekend libre estoy siempre largando por teléfono y hablando con gente. Siempre estoy dando vueltas, tengo que estar ocupada siempre".
O sea, que si V. A. B. quisiera leer, leería. Como yo, infecta de mí. Cuanto acabo de cotillearles lo sé gracias a ¡un libro! divertidísimo, The Insider, escrito por el propio Piers Morgan, un dietario vengativo y bastante cruel, en el que salen los Blair muchísimo y un montón más de gente conocida. Por cierto que Chérie, esa pasiva-reactiva, parece que le dijo al autor que la Beckham tiene un cutis espantoso. Ya ven cómo son. Y por cierto dos: gracias, Matías Vallés, por descubrirme los secretos encantos de la prensa amarilla británica. Yo siempre cito el copyright.
Quería comprar la revista, insisto, para mejorarme como mujer e incluso averiguar a qué aldea puedo legar mis boobs, pero me daba vergüenza, de modo que pasé días dando vueltas alrededor de los quioscos, con la excusa de que mi perro sólo caga bien después de leer los titulares de prensa. Ayer, por fin, me decidí. Confieso que fue en un momento de extrema debilidad, después de echar una ojeada a las primeras de los diarios: los 121 muertos del chárter, los 21 ¿niños? ¿adolescentes? En inglés, la ambigüedad era más concreta: scholars. Estaba en los tabloides. Hasta mi perro soltó un lagrimón. De modo que dije que a tomar por saco, mierda de mundo, yo me compro Chic aunque sea lo último que haga, para dos días que vamos a vivir y la mitad haciendo columnas humorísticas, con estos dramas que suceden.
Antes de empezar a leer la entrevista (quienes se acerquen a ella apreciarán su insustancialidad, después de lo que les he descubierto), yo quería hacerme una wolftomía, para sacarme el lobo lector que llevo dentro y, a fuerza de ir expulsando a Milton y otros del Paraíso, irme quedando apta para rejuvenecer y que me ame un tío que me haga desatornillarle los pendientes todas las noches. Mas, en haberla leído, comprendí que estoy mejor como estoy. Sobre todo porque después leí, en la misma publicación, una entrevista con Tobias Wolf incitando a la lectura. La camiseta, me quejo, sólo le cabe a mi teckel.
Cuenta Alexander Walker, en su magnífica biografía de Rex Harrison (Fatal Charm, otro libro), que estando el legendario actor Kean agonizante en su lecho, un amigo del teatro le cogió la mano y, no sabiendo qué decir, musitó: "Qué difícil debe de ser morir". El otro suspiró: "No, si lo difícil es interpretar comedia".
Espero que se hayan sonreído.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.