El 'milagro' español
La densidad de la participación compensa que el número de medallas, dos, sea el más bajo desde Gotemburgo 95
Hace una semana, en la recepción del embajador español, José María Odriozola, presidente de la federación, lo dejó caer a su manera, medio misteriosa. "Un ex campeón olímpico, dirigente deportivo de una gran potencia europea, cuyo nombre me voy a guardar, me ha dicho que está impresionado por el rendimiento del atletismo español y que va a enviar a sus técnicos a España para ver cómo trabajamos", dijo, orgulloso, Odriozola. Terminado su discurso, en voz baja, Juan Antonio Samaranch, que andaba por allí se dirigió a Odriozola. "¿Quién era el que te lo dijo? ¿Coe?", le pregunto el expresidente del Comité Olímpico Internacional, haciendo referencia a Coe, Sebastian, atleta británico y presidente de Londres 2012. "Ése, desde que obtuvo los Juegos, anda queriendo hacerse amigo de todo el mundo".
Lo que fastidió más la imagen fue el relevo largo "con un tiempo de júniores", según Odriozola
Las nacionalizaciones de africanos han dejado las pruebas de fondo en terreno exclusivo suyo
El toque de mordacidad de Samaranch no afectó en absoluto a Odriozola, animado como estaba aquel lunes por el arranque tremendo del atletismo español con las dos medallas en marcha de Paquillo Fernández y Juanma Molina, por las buenas impresiones dejadas por los tres del 1.500, que pocas horas después se clasificarían para la final, por el cuarto puesto de María Vasco en la marcha...
Tres días después, Odriozola volvió a comparecer ante la prensa. El mismo optimismo, o más. La misma anécdota del dirigente deportivo europeo pasmado por el atletismo español. La misma valoración pese a que desde el lunes no había aumentado la cosecha de medallas. Era un optimismo comparativo. Ninguno de los países del entorno, ni Francia, ni Italia, ni Alemania, ni el Reino Unido, ni Holanda, podían a esas alturas de la competición presentar ni un resumen mejor ni mejores perspectivas.
La búsqueda de la comparación con Europa occidental, con los países económica y culturalmente más vecinos, y no con el resto del planeta, tenía para Odriozola dos claras razones, argumentos que cuadran con lo que observadores más neutrales han dejado claro durante los nueve días del Mundial. El primero ha sido el efecto de las nacionalizaciones de atletas africanos por países del golfo Pérsico, que han convertido las pruebas del fondo, del 800 hacia arriba, en un terreno casi exclusivo suyo, con mínimas rendijas para los superdotados de otros continentes. El segundo, la seriedad de los países europeos en la lucha contra el dopaje y los excesos percibidos, detectados, pero no probados, por las autoridades antidopaje de la IAAF en algunos países, como Rusia.
Mediada la semana, España ya contaba, no sólo con los dos medallistas y el cuarto puesto de Vasco, sino también con los dos finalistas de 1.500 (Casado e Higuero), el décimo puesto (y primer europeo) de Juan Carlos de la Ossa en los 10.000, las frustrantes participaciones de Mario Pestano y Concha Montaner en las finales de disco y longitud, respectivamente, el sexto puesto (y segundo europeo) de Penti en la final de 3.000 obstáculos, en la que Luismi Berlanas y José Luis Blanco también participaron (España, por tercera vez contaba con tres participantes de la final, y en Helsinki fue el único país con ese pleno), el quinto puesto de Mayte Martínez en el 800... Lo que se llama una presencia constante y densa. Y todavía quedaban por entrar en acción algunos de los pesos pesados del equipo español, Marta Domínguez y Alberto García en el 5.000, Joan Lino Martínez, en la longitud, Antonio Reina en el 800, Julio Rey en el maratón, Natalia Rodríguez en el 1.500... Se preveía un fin de semana intenso y colorido.
Pero algo debió de pasar, algo debió de romper las expectativas porque ayer Odriozola, el eterno optimista, ofreció un balance más bien morigerado de la actuación española. "Ha habido atletas que se han ganado la matrícula y otros que han suspendido claramente. Teniendo eso en cuenta le doy un 6,5, un aprobado alto, al equipo español", dijo Odriozola, quien en la quiniela previa había apostado por cinco medallas y 12 finalistas, "calculando a lo bajo". "El número de finalistas es lo que menos me ha gustado", dijo Odriozola, pues España se quedó finalmente en dos medallas, las dos del primer día y un total de 10 finalistas, con la inclusión en el fin de semana de Joan Lino Martínez, que no fue bronce por un centímetro, de Julio Rey, octavo en el maratón, y de Natalia Rodríguez, espléndida sexta en el 1.500.
Lo que pasó para amargar el fin de semana, para que entre algunos sectores del atletismo español cundiera la sensación de fracaso, no fue que Lino no alcanzara la medalla, que Marta Domínguez, reaparecida recientemente tras una operación de tendón de Aquiles, sólo pudiera mostrar bravura y falta de resuello en una final de 5.000 que simbolizaba como ninguna otra carrera el nuevo mapa del fondo africano y globalizado, o que Alberto García, de nuevo en las pistas tras dos años de sanción, no alcanzara la final de 5.000. Lo que fastidió más la imagen fue, quizás, que Reina, un atleta del que se espera la eclosión desde hace un par de citas, siga sin alcanzar una final de 800, la prueba más complicada, por otra parte, y, sobre todo, que el relevo largo hiciera el ridículo en su serie, con un tiempo de 3.08m. "Un tiempo propio de los júniores", dijo Odriozola, quien individualizó sus críticas en la figura de David Canal, el mejor especialista español de los 400, medalla de plata en el Europeo de pista cubierta en Madrid, quien después de ser padre hace unas semanas dedicó el verano a competiciones de 200 metros. "Y se presentó al relevo muy gordo, con el físico de un lanzador de martillo", dijo Odriozola. "Era imposible que pudiera correr así".
Pero pese a todo lo que había llovido desde el lunes pasado, lluvia literal y literaria, Odriozola no dejó pasar ayer la ocasión para repetir, de nuevo, que España, su atletismo, es ejemplo para los países del entorno, y que alguno de otro país quiere ir a estudiar el milagro español.
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