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La Fira de Xàtiva pierde sus raíces

La fiesta evoluciona pero no se sabe muy bien hacia dónde

El próximo lunes se inaugura la edición de 2005 de la Fira d'Agost de Xàtiva, declarada Fiesta de Interés Nacional. Esta feria del ganado nació "per reial privilegi d'En Jaume I" el año 1250, espíritu difícil de mantener en el siglo XXI donde los tratos de los animales se postergan a las afueras por higiene y su participación es prácticamente testimonial con las competiciones de tiro y arrastre y las corridas de toros. A lo largo de estos 250 años ha sido imprescindible la evolución y durante los años finales del siglo pasado los principales atractivos se centraron en productos de confección artesanal -como objetos hechos de barro, garrotes, utensilios de ferretería, juguetes y comestibles autóctonos-, la feria agrícola y las atracciones. Pero cada vez son menos este tipo de aparadores: no se continúa la tradición familiar en la venta de estos productos, la feria agrícola se ha trasladado de ubicación y la gente cada vez se fía menos de las atracciones itinerantes. Ante la proliferación de los tenderetes que se extienden por todas partes de España y venden electrónica, marroquinería y todo tipo de ropa barata, el Ayuntamiento decidió impulsar hace años una programación que intentase mantener la personalidad de la feria.

Los actos de apertura y clausura de la Fira siempre se han visto rodeados de polémica

Así se quiso potenciar desde la década de los 80 las actuaciones musicales -este año Amaral y David Bustamante- y los actos de cultura popular como el teatro, las albades y el Festival de la Cançó. El último ha desaparecido ya de la palestra y de las ocho las actuaciones teatrales que se interpretaran, sólo dos son en valenciano. Con la entrada del PP en la alcaldía de la ciudad en 1995 se renovaron criterios de programa y surgieron representaciones como la del otorgamiento del real privilegio por Jaume I y la recuperación de la figura de la Reina de la Fira, cuya representación desapareció hace dos años, aunque se conserva a la reina. Últimamente ya se empiezan a considerar como tradicionales los concursos de fotografía y pintura, las paellas, la concentración de Seat 600 y las actuaciones folklóricas extranjeras, además de la iconografía representativa obligatoria del botijo, el garrote o la sandía. Mientras tanto, se celebran gran variedad de actos populares como la carrera de camareros, concurso de bebedores de horchata, la cena de jubilados y diversas competiciones deportivas.

Especial polémica han tenido tanto los actos de apertura y clausura. El año pasado se contó con una representación de zarzuela que provocó que hasta el propio alcalde Alfonso Rus dijera que "no volverá a pasar" y se clausuraron las fiestas con un ballet que se tuvo que acortar, según informó la propia concejala de fiestas, ante el aburrimiento de los espectadores. Este año se ha contratado la actuación del espectáculo De Broadway a Xàtiva y un teatro chino como clausura.

La oposición del Ayuntamiento ha vuelto a cargar contra la programación acusándola de que "pierde sus señas de identidad año tras año" como dice Roger Cerdà del PSPV; "no hay ningún tipo de criterio ni sigue una línea clara", según Cristina Suñer del Bloc; "hay una gran carencia de participación de la cultura valenciana", firma Josep Martínez de EU. Se acusa al Ayuntamiento de no consultar a las asociaciones culturales para su participación y de dar la espalda a los ciudadanos. Frente a la posibilidad de apostar por los espectáculos autóctonos emergentes se prefieren espectáculos más heterogéneos, que no cumplen las expectativas de "las figuras de primera fila nacional" que prometió el alcalde en su día, produciendo una gran sensación de mediocridad y desapego por parte de los ciudadanos a la hora de asistir a los actos. La sensación en los círculos culturales, vecinos, políticos, hosteleros y propietarios de tenderetes es de que la Fira evoluciona, pero no se sabe hacia dónde.

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