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Ciencia recreativa | GENTE
Columna
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Amigos, hemos perdido cuatro siglos

Javier Sampedro

Si la irritación de los filósofos es proporcional a la importancia del asunto irritante, no ha habido una cuestión más crucial para la humanidad en los últimos cuatro siglos que la dicotomía entre naturaleza y crianza. ¿Nacemos o nos hacemos? Desde el siglo XVII, con Descartes a favor de las ideas innatas y John Locke contra ellas, las dos posiciones no han hecho más que polarizarse hasta la incomunicación. La mente humana fue una arcilla moldeable por el entorno durante la mayor parte del siglo XX, pero Chomsky y los suyos han ido ganando adeptos para la causa del innatismo. En las neurociencias hay ahora militantes de ambos bandos, y también en las ciencias de la computación, en la filosofía y en la psicología.

Pongan una X en la quiniela y pasemos a otra cosa, que 400 años de polémica ya empiezan a aburrir a las ovejas.

Los datos actuales se pueden aducir para dar la razón a Descartes. Nacemos equipados con una docena de instintos intelectuales. Uno de ellos es el célebre "órgano mental" del lenguaje propuesto por Chomsky, que explica que todos los cachorros de Homo sapiens hablen por los codos sin necesidad de recibir una instrucción formal. Según han podido documentar los científicos cognitivos, también nacemos equipados con una "física intuitiva" (la facultad de clasificar el caos del mundo en objetos, fuerzas y leyes del movimiento), una "biología intuitiva" (por la que atribuimos a los seres vivos una vis oculta que rige su crecimiento y sus intenciones), una "ingeniería intuitiva" (que nos permite dotar de esas mismas intenciones a los objetos inertes), una psicología intuitiva, un navegador para orientarse en el espacio, un sentido numérico y unas nociones automáticas de la probabilidad matemática, la transacción comercial y las operaciones lógicas. Todos estos dispositivos han sido instalados por la evolución, porque han resultado muy útiles en el pasado de la especie. Gol de la naturaleza.

Pero los datos también se pueden usar para dar la razón a Locke. Los sordos de nacimiento utilizan las áreas auditivas del córtex cerebral, que están desocupadas, para procesar información visual. Los ciegos congénitos utilizan su córtex visual para leer braille. En los violinistas, la región del córtex que rige el movimiento de la mano izquierda recluta a la zona adyacente para repartir el exceso de trabajo. Leer y escribir cuesta más que hablar, pero los niños aprenden a hacerlo en cualquier caso, y aquí no hay talento innato que valga: en los 5.000 años transcurridos desde la invención de la escritura, la evolución no ha tenido tiempo de instalar un "órgano de la lectura" en nuestro córtex. Gol de la crianza.

Me temo que hemos perdido cuatro siglos de la manera más tonta, porque este combate no lo va a ganar nadie. No me refiero sólo a que la estructura de la mente humana sea en parte innata y en parte adquirida -que lo es, y este hecho ya debiera bastar para apaciguar a los contendientes-, sino también, o sobre todo, a que la naturaleza y la crianza son en realidad la misma cosa, como verán.

Aprender algo consiste en generar nuevas sinapsis (conexiones entre neuronas), o en reforzar algunas de las viejas. Aprender a leer, por ejemplo, requiere crear una ruta eficaz para conectar el córtex visual con el "órgano mental" del lenguaje, que hasta entonces sólo recibía información auditiva. Pero ese "órgano mental" también consiste en un conjunto de sinapsis eficaces (entre áreas auditivas y sintácticas, por ejemplo). La única diferencia es que muchas de estas sinapsis vienen ya reforzadas de nacimiento. Esto no tiene nada de extraño. Durante el desarrollo del cerebro, unos cuantos centenares de genes dictan qué sinapsis hay que formar, y con qué fuerza. Pero esos mismos genes se reactivan cuando aprendemos algo, precisamente para generar o reforzar las sinapsis más demandadas por la nueva tarea. Así que ya lo ven: la naturaleza y la crianza son exactamente lo mismo.

Pongan una X en la quiniela y pasemos a otra cosa, que 400 años de polémica ya empiezan a aburrir a las ovejas.

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