Luis Barbero, el abuelito de la 'tele'
Luis Barbero comenzó a trabajar en el teatro al acabar la Guerra Civil y más tarde lo hizo en el cine -hizo pequeños papeles en más de 200 películas-, pero sólo fue reconocido cuando apareció en programas y series de televisión. Curioso destino el de los actores secundarios españoles, generalmente maltratados por el olvido del público. Sólo los muy grandes o muy asiduos en la gran pantalla han logrado ser identificados por su nombre, pero Luis Barbero no pertenecía a ese grupo de destacados.
Su carrera se remonta a un tiempo en que el teatro era aún un espectáculo realmente popular. Siguiendo cierta tradición familiar, subió a los escenarios con poco más de veinte años de la mano de una excelente pareja de cómicos, Loreto Prado y Enrique Chicote; ella, bajita y fea, lo que le ayudaba a su desternillante vis cómica. Cuando murió en 1943, tras 50 años en escena, se organizó un tumulto de aficionados dispuestos a llevar el féretro a hombros desde la puerta del teatro Cómico, donde ella había vivido. Lo recordaba entre muchos otros Rafaela Aparicio, que había visto en Loreto Prado un ejemplo profesional a seguir.
Luis Barbero poseía igualmente una irresistible vis cómica que sabía administrar con el buen oficio aprendido junto a los mejores cómicos del momento: José Orjas, Ismael Merlo o Francisco Melgares, interpretando obras de repertorio o estrenos de Carlos Arniches, Miguel Mihura o Jardiel Poncela. Compartió con ellos los últimos grandes momentos de aquel tipo de teatro. El cine comenzaba a reclamarle en pequeñas intervenciones mientras el teatro declinaba. El hombre que viajaba despacito, de Romero Marchent, fue su primera aparición ante las cámaras, a la que siguieron títulos de gran éxito comercial como El día de los enamorados (1959) y su secuela Vuelve san Valentín (1962), La gran familia (1962) o Marisol rumbo a Río (1963)...
La imagen de Luis Barbero fue haciéndose frecuente en la pantalla como la de tantos otros actores de su generación capaces de resolver cualquier personaje en cualquier situación sin profundos análisis previos. Cuenta Berlanga que se presentaban al rodaje con sus pocas frases aprendidas, pero sin saber de qué trataba la película en general ni cuál era su cometido en ella. Atendían las indicaciones del director y pronunciaban sus frases con esmero y se marchaban. Por la tarde actuaban en el teatro.
Barbero ha muerto a los 89 años, casi con las botas puestas. El reconocimiento profesional le llegó tarde aunque a tiempo. Fue el mejor actor de reparto en La colmena (1983), según el Círculo de Escritores Cinematográficos. Sus compañeros le concedieron el Premio José Isbert, otro de los grandes, si no el que más, en el Festival de Cine de Peñíscola. Y el año 2000, la Unión de Actores le entregó el Premio José María Rodero en reconocimiento a toda una carrera.
El éxito popular también fue tardío, con las series de televisión La banda de Pérez y especialmente Los mundos de Yupi y Médico de familia. Fue un cómico en el más noble sentido de la palabra. Un buen cómico.
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