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Reportaje:BALONCESTO | Un final de Liga apasionante

Un triple del destino

La única canasta en todo el choque de Herreros, que asegura que sabía que todo se iba a decidir en el último segundo, vale el título

"Recoger trofeos de subcampeón es lo peor que hay, casi es mejor no recoger nada", decía tras perder hace un año la final de la Copa ULEB. pero ayer, Alberto Herreros Ros (Madrid, 1969) debía de ser el único ser humano sobre el planeta que a falta de 20 segundos para el final del encuentro aún confiaba en la victoria del Madrid. En esquivar ese tramite, el de quedar segundo, calificado por él mismo como el más antipático del deporte.

Herreros siempre ha sido un tipo con fe. A falta de seis segundos armó el brazo desde la línea de tres en un movimiento mil veces repetido -es el mejor triplista de la historia de la ACB-, y anotó su primera canasta del partido en su primer lanzamiento. Y la última del campeonato de Liga. "Sabía que se iba a decidir en el último segundo", confesaba, modoso, a las cámaras de televisión. Había saltado a la cancha a dos minutos del final para sustituir a Bullock, eliminado por faltas personales. Antes de su decisivo acierto, sólo le había dado tiempo a hacer una falta intencionada a Macijauskas, que parecía dejar a su equipo casi sin posibilidades de triunfo.

"Estoy contento por el equipo, pero tengo un plus de alegría por meter la última canasta"
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Sin embargo, el Madrid es campeón gracias a su jugador más veterano, su capitán, el mismo al que Sergio Scariolo despidió en el gimnasio hace tres años, una decisión que acabó costándole el cargo al italiano. El mismo jugador que tomó la decisión de cambiar de trinchera en 1996, hace casi diez años, desde Estudiantes al Madrid "para ganar títulos".

Con el de ayer sólo suma dos Ligas. La anterior, en el año 2000. De hecho, es el único jugador de la plantilla blanca que sobrevive de los que se llevaron ese campeonato en la cancha del Barcelona. "Siempre me recuerdan lo de los títulos y es verdad que he pasado años malos, pero no me arrepiento de estar en el mejor equipo del mundo", responde el jugador, que desde anoche suma un argumento más para respaldar una decisión que la Demencia le recuerda aún en cada derby. "Me voy a especializar en quedar segundo", comentaba con ironía pero también con amargura tras perder aquella final de la ULEB.

Herreros, con la frente aún más despejada, ligeras canas en la barba de tres días, recogió la Copa de campeones sujetándose el labio superior con el inferior. Dio las gracias. La arropó entre sus brazos, lanzó un grito, y fue saludando uno a uno a todos sus compañeros. Pero sin soltar el trofeo. Después se abrazó a Sonko, saludó a su técnico, Bozidar Maljkovic y masculló entre dientes cosas para sí mismo.

"Estoy muy contento por el título, pero tengo un plus de alegría por haber metido la última canasta", confesaba, protagonista hasta el final de su carrera, dando la razón a todos aquellos que le apodan Caviar Herreros. Añejo, pero un caviar que vale una Liga.

Alberto Herreros muestra la Copa en el vestuario.
Alberto Herreros muestra la Copa en el vestuario.EFE

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