Libre para la noche de bodas
El jugador de voleibol Juan Salvador se casa horas después del triunfo de España frente a Egipto
Para desear casarse lo más importante es querer ligar la vida propia con la de otro ser humano. Por si la cuestión no tuviera suficientes complicaciones, la puesta en práctica de lo deseado depende en la mayoría de la veces en coincidir las agendas de curas o instituciones municipales, de restaurantes, hoteles, peluqueros, sastres..., además, obviamente, de los que adquieren el compromiso matrimonial. Hace algo de más de un año, el esbelto jugador de voleibol y almeriense Juan Salvador acordó con su novia Silvia, farmacéutica y forofa de su pareja, que sería bonito hacer coincidir el santo de él, el cumpleaños de ella y una de las fiestas mayores de Almería con su boda. Además, tanto la iglesia en la que querían desposarse y el restaurante en el que preferían agasajar a sus invitados tenían espacio para acogerlos.
Pero surgió el deber del trabajo. El de Salvador no es otro que liderar la selección española de voleibol que, a las órdenes de Paco Hervás, busca hacerse con una medalla frente a la favorita Italia (a pesar de acudir con su selección B), segundos clasificados según la federación internacional de voleibol (FIVB) detrás de Brasil y ganadores del oro en Túnez 2001; Serbia Montenegro, terceros para la FIVB; Francia, Grecia y Croacia. Tras participar ayer en la victoria (3-0) frente a Egipto, Salvador ha tenido la oportunidad de que se le permitiera tener el resto del día libre y pasar de esa forma la noche de bodas como suele ser costumbre y esperanza para toda persona: al lado de la pareja con la que uno se ha comprometido.
Hoy por la tarde, ya estará de vuelta en la Villa Mediterránea para preparar junto a sus compañeros el casi decisivo partido frente a Croacia del próximo martes. Un día completo: partido y victoria a las 11.00, desposorios a las 18.30 y excusa perfecta para ausentarse de la ceremonia de la inauguración. La selección española que compite en estos Juegos estará representada en la ceremonia por Carlos Carreño y Alfonso Flores.
"La verdad es que tengo que agradecer a Hervás que no haya puesto problema alguno para la boda", comentó el jugador, "aunque, obviamente, sea un obstáculo para la concentración de equipo". Según la propia confesión de Salvador, sobre las siete de la mañana de ayer, un par de sus compañeros de equipo le tararearon en alto la marcha nupcial, mientras hacía bicicleta en uno de los gimnasios de la Villa Mediterránea.
Los otros deportistas y los dados al madrugón que allí se ejercitaban dudaban entre si lo que veían era una tradición vernácula, una broma de buen o mal gusto o, simplemente no entendían ni jota de lo que estaba sucediendo. Los egipcios se dieron cuenta de que algo pasaba con aquel hombre de dos metros al que le gritaban desde la grada los castizos "¡Viva el novio!" y que no podía moverse un solo metro sin que le sacarán un centenar de instantáneas ya fuera en celuloide, formato digital o móvil telefónico.
La actitud de Salvador y su ya esposa roza lo heroico, pero reconforta ver que también gente con sus arrestos se pone nerviosa ante una situación como esta, sobre todo si es como ésta. "No puedo negar que he tenido miedo a lesionarme precisamente hoy". Lo de ir a tu propia boda con un tendón descolocado o un gemelo roto supera ya cualquier noción lógica de sacrificio deportivo.
Los planes de la pareja pasan por disfrutar de unas vacaciones a caballo entre Nueva York y Costa Maya tras los Juegos de Almería. Esperemos que la farmacia de la novia no esté de guardia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.