La 'gallega' de Buenos Aires cuenta su historia
Dejó Madrid a finales de los ochenta y halló que Buenos Aires, donde la siguen llamando "nuestra gallega", consolidó su pasión teatral, y allí no sólo triunfó en el trabajo, sino que halló un amor a primera vista, que sigue siéndolo. Blanca Oteyza, la actriz de Diario de Adán y Eva, en la que es pareja del actor argentino Miguel Ángel Solá, que es precisamente su marido. Es curioso: si no lo sabes quizá no lo notas, pero lo cierto es que ambos se parecen, tienen algo parecido en su físico, en la mirada, en la actitud. Aquí cuenta cómo se enamoraron. Actúan juntos en aquella obra basada en los textos de Mark Twain: llevan dos años en distintos carteles, estrenaron en el Bellas Artes ("fue la última voluntad de Tamayo"), llevaron la pieza por toda España y ahora la representan en el teatro Reina Victoria de Madrid. Cuando llegaron al millón de espectadores hicieron juntos un anuncio de radio en el que Solá le preguntaba a Oteyza: "¿Festejamos, vida?". Nunca fue más auténtica una pregunta así. Llega a la conversación sin maquillar. Enseguida se advierte que eso no es preciso para las fotografías. No sabemos su edad, pero sí se sabe que está rodando una serie para Antena 3 en la que hace de protagonista, una mujer de 37 años. Lo primero que nos dice es que EL PAÍS les ha hecho poco caso: "Una crítica buena, tan sólo, porque la obra es buena".
La primera palabra. "¿Lo primero que le diría a alguien desconocido en un tren? Le hablaría del libro que estoy leyendo; en mi caso, es la última novela de Julio Llamazares; me ha encantado... Y luego le hablaría de dónde soy, supongo... Soy de Madrid, me gusta la vida, el amor... Estuve en Argentina ocho años, huyendo de esta ciudad, que entonces me parecía un poco densa... Antes de Buenos Aires, fui a Filadelfia y a Londres... En Argentina descubrí que, en efecto, me iba lo de la actuación... Además, allí aprendí mucho sobre el ser humano y encontré al hombre de mi vida. Me lo presentaron en una cafetería y el amor fue inmediato... Lo miré y me dije: "¡Qué hombre!". Y lo sigo diciendo, sí... Desde que nací he tenido el privilegio de tener amor alrededor; mis padres se querían mucho; él murió cuando yo tenía 12 años, pero lo que recuerdo de ambos es el amor que se tenían. Mi madre, Maruja, vive ahora con nosotros; la disfruto".
Amor argentino. "La de Buenos Aires fue una experiencia profesional de morirme; comprendí lo que es el amor al arte... Nunca había recibido tanto cariño de la gente... Aquélla es una sociedad con un enorme potencial, una cultura que ya la quisiéramos para nosotros... Y unos sufrimientos sucesivos que ellos arrostran pero no entienden, construyen y les destruyen... Nos casamos en 1992; nuestra primera hija, María, nació cuatro años después, y en 1998 regresé con Miguel a España... Él era un activista, un hombre comprometido con los derechos humanos en su país, y lo sigue siendo, pero quería otros horizontes... Estuve mucho tiempo buscándome la vida; me solían decir que no podían tomarme como actriz porque no tenía nombre... Y nuestro proyecto, el Diario de Adán y Eva, que había tenido un éxito enorme en Buenos Aires, seguía guardado en un cajón... Hasta que José Tamayo creyó en él y acordó ponerlo en su teatro... Al volver a Madrid lo hallé muy consumista, pero me encanta la ciudad: la luz, la gente, el cielo... Y aquí volví a empezar de cero. Eso te obliga a un ejercicio de mucha humildad, y no había que tirar la toalla. ¿La clave del éxito de la obra? La gente sigue creyendo en los sueños, en el amor y en su propia historia. Y los actores también, claro. Ahora estoy rodando la serie A tortas con la vida, dirigida por Alberto Caballero y por José Luis Moreno, que también es el productor. Moreno vino solo al teatro, compró su entrada, se sentó, nosotros no sabíamos que estaba allí. Y cuando salió tenía claro que yo habría de ser la protagonista".
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