Ross Stretton, bailarín, director del Australian Ballet
El bailarín australiano Ross Stretton murió el pasado miércoles en Melbourne a los 53 años a causa de un melanoma, según comunicó un portavoz del Australian Ballet. Había sido hasta hace poco director de esa compañía (1997-2001) tras una exitosa e importante carrera como primer bailarín en Estados Unidos y Reino Unido, donde estuvo vinculado al Royal Ballet Covent Garden de Londres. En Nueva York su actividad se desarrolló en el American Ballet Theatre y en Joffrey Ballet. A su elegancia y virtuosismo unía una brillante presencia escénica, lo que le hizo un reputado intérprete de los ballets de George Balanchine; lo mismo le ocurrió en su etapa londinense, donde bordaba los papeles creados por Frederick Ashton. Su muerte prematura priva al mundo del ballet de un experimentado artista que había demostrado, tras dejar las tablas, ser un excelente director artístico, aunque mantuvo complejas relaciones con altibajos allí donde trabajó.
Ross Stretton era brillante al bailar, exacto y poco expresivo, un verdadero príncipe noble algo hierático cuando hacía los clásicos del repertorio decimonónico. Tuvo un gran empeño en modernizar el Australian Ballet, lo que también generó conflictos laborales muy sonados en su día. Había nacido en Canberra el 6 de junio de 1952 y se inició como bailarín aficionado de tap. No empezó a estudiar ballet en serio hasta los 17 años, con Janet Karin y Bryan Lawrence. Estudió dos años en la escuela del Australian Ballet entre 1970 y 1972, donde entró a formar parte de la plantilla; fue nombrado primer bailarín en 1976.
En 1979 se lanzó a la aventura americana y fue fichado por el Joffrey Ballet, donde estuvo dos años antes de entrar en Ballet Theatre, donde estuvo bailando hasta 1990 en que pasó a ser el asistente personal de los directores del American Ballet Theatre, Jane Hermann y Oliver Smith. Fue uno de los bailarines preferidos de Mijaíl Barishnikov.
Sus grandes papeles, por los que recibió grandes elogios de la crítica, fueron los príncipes de El lago de los cisnes y Raymonda; en el Joffrey Ballet, Postcards y el Monotones II de Ashton; pero su fuerte y por lo que era recibido con gritos de bravo por el exigente público del Metropolitan eran el James de La Sylphide y Tema y variaciones, de Balanchine.

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