Una de triunfalismo
Un ¡viva Cartagena! en el primer acto de la feria. Un triunfalismo exagerado, provocado desde el palco, fueron las dos orejas concedidas a Galán en el primero y el remate de la vuelta al ruedo al novillo. Una medida desproporcionada, por una faena bullidora, lista, popular y de fácil llegada a la gente. También de muchas tablas. El de Ortigao, obediente, noble, algo flojo. Bueno, pero en ningún caso de premio póstumo. Limpio y templado toreó Galán con la capa al cuarto. No sobrado de fuerzas ese novillo, pero de muy alegre embestida. Un exceso de confianza lo pagó Galán con una voltereta. De nuevo un toreo populista, también voceado, otra vez listo y con recursos. El tremendismo llegó a la hora de matar, al tirarse sin muleta y cobrar los dos primeros pinchazos con sus correspondientes volteretas.
Costa / Galán, Benjumea, Pérez
Novillos de Ortigao Costa, correctos de presentación y bravos. Al 1º se le dio la vuelta al ruedo en el arrastre. David Galán: casi entera baja perdiendo la muleta (dos orejas); dos pinchazos y estocada caída (vuelta). Javier Benjumea: dos pinchazos y media (saludos); pinchazo y media (silencio). Eugenio Pérez: gran estocada (dos orejas); tres pinchazos y más de media baja (ovación). Plaza de Alicante, 17 de junio. 1ª de feria. Un cuarto de entrada.
Bravo con ganas en la muleta fue el segundo. Una máquina de embestir. Un caudal de bravura que sorteó Eugenio Pérez sin perder la compostura. Algún agobio, pero el buen concepto siempre puntuó más. Con sus defectos y sus virtudes, faena tan elaborada como vibrante. Y una serie final, con el compás abierto, muy descarada. Bravo también, aunque más cómodo de torear, fue el quinto. La faena tuvo sello propio y marcado acento de buen gusto. Muy enganchado lo llevó con la mano izquierda en naturales de largo viaje. Más abrochado con la derecha, pintó muletazos de contrastada calidad.
A Javier Benjumea se le amontonó la faena en sus dos novillos, los dos más molestos, pero en ningún caso de complicaciones insalvables. Con la técnica en párvulos y la idea de un toreo vertical, libró dos faenas en las que lo mejor fue no verse demasiado comprometido. Salvó la papeleta con cierta dignidad.
De la novillada de Ortigao Costa, destacar, sobre todo, su bravura. Bravos en el caballo, sobre todo segundo, cuarto, quinto y sexto. Además, los dos últimos muy castigados en varas y el primero y el cuarto, mal picados. De la misma condición en la muleta, también muy alegres, sólo segundo y quinto ofrecieron ciertas complicaciones. Problemas más que nada provocados por la falta de sitio de su matador.
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