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Ralph Fiennes interpreta un ambicioso 'Julio César' dirigido por Deborah Warner

La obra de Shakespeare se estrena el próximo domingo en el teatro Español con 90 actores

"Es una auténtica coproducción, de lo contrario no se hubiera podido hacer", dice Deborah Warner de este montaje del Barbican de Londres al que se han incorporado, como coproductores, el teatro Español de Madrid, que dirige Mario Gas, el Théâtre National de Chaillot de París y el Grand Théâtre de la Ville de Luxemburgo.

Warner ya impactó en su anterior visita a España en 1989 con un Titus Andrónico que fue calificado de salvaje, impactante y soberbio.

Ahora se confiesa orgullosa de su reparto sobrenatural: "Algo poco común, porque Julio César es una propuesta escénica en la que no hay un protagonista, hay cuatro Hamlets y he conseguido lo mejor".

Russell Beale, Casio en la obra, dejó claro ayer que la tradición inglesa pide un absoluto respeto por el texto: "La palabra del autor está íntegra, pero la puesta en escena es contemporánea". Ésta se desarrolla en dos espacios diferentes: por un lado, la Roma urbana, y por otro, la segunda parte, en la que hay un espacio desierto donde se desarrolla la guerra. En una y otra están en primer plano las intrigas del poder.

A la hora de buscar paralelismos entre la obra y la sociedad actual, Sharpnel, que aborda un Julio César de gran presencia, señala que se trata de un personaje histórico y sería demasiado fácil compararlo con algunos de hoy: "El poder y sus abusos afectan a todas las generaciones y la grandeza de la obra es que se puede aplicar a cualquier momento".

Fiennes, que hace de Marco Antonio, dijo que Shakespeare estaba fascinado por la fuerza del poder: "Tanto en Hamlet como aquí el autor se pregunta si es lícito quitar la vida a un gobernante por ejercer el poder de manera irracional, y lo cierto es que todos nos lo preguntamos en algún momento". Lesser (Bruto en la obra) deja claro que, independientemente de lo que ocurra, "siempre debe prevalecer el hombre como ser humano y hacer lo correcto".

Fiennes, con una mirada hipnotizadora, confesó que no busca explícitamente personajes literarios cuando trabaja en el teatro, aunque siempre lo son: "Son personajes interesantes, buenos papeles, y he tenido la suerte de que me los ofrecieran", dice el actor, licenciado en la Real Academia de Arte Dramático de Londres.

Warner, que no ignoraba la pésima reputación que tiene el quinto acto de esta obra, dice haber pensado mucho sobre lo que quiso Shakespeare con este fragmento: "La enfoqué en un principio con cierto temor y aprensión, pero tras reflexionar concluí que el autor trató de hacer algo radical, distinto, y yo también he buscado un lenguaje diferente, como hizo Shakespeare", comentó la directora.

Todos los actores, poseedores de una larga, brillante y dilatada trayectoria profesional, señalaron ayer que trabajar con Warner es diferente: "Exige una gran comprensión desde el punto de vista emocional y eso es bueno para los actores ingleses, tan intelectuales", comentó Russell, mientras que Ralph Fiennes destacó de la directora es una profesional que estaba muy presente después del estreno: "Es algo que puede parecer claus-trofóbico a otros, pero a mí me gusta porque todo puede seguir enriqueciéndose; ningún director quiere implicarse hasta el final del montaje, y ella sí, cosa que nos estimula mucho..., es una pena que los críticos sólo vayan a ver los montajes la noche del estreno porque se pierden mucho".

Deborah Warner contó lo apasionante que para ella es el proceso de ensayos: "Es como sembrar una semilla y ver cómo crece, con los ensayos se sientan las raíces y luego hay que hacer crecer todo, para mí eso es el teatro, y entiendo que cada noche la función tiene que ser de una manera distinta".

La directora se encuentra gratamente sorprendida tras observar en varios países de lengua no inglesa el "apetito colosal" que hay hacia Shakespeare. En éste ha contado para el montaje con sus 28 actores británicos y un total de 60 coreutas.

Ralph Fiennes, ayer en Madrid.
Ralph Fiennes, ayer en Madrid.LUIS MAGÁN

Hombre de escena

Ralph Fiennes lo tiene claro: "Para hacer teatro basta con limpiar la agenda cuando aparece en el horizonte una oferta para subir al escenario".

Él no deja que pasen dos años sin enfrentarse a las tablas, no tanto por disciplina o autoimposición, sino por puro síndrome de abstinencia: "Me suelen llegar las propuestas con bastante anterioridad, aunque en esta ocasión el plazo fue muy corto, ya que Warner me lo comunicó mientras estaba en China rodando la última entrega de Harry Potter". Pero incluso enfrascado en una superproducción hace hueco para dar rienda suelta a sus pasiones.

Ahora estará un tiempo comprometido con este proyecto estrenado el pasado abril en el Barbican de Londres y posteriormente en el Théâtre National de Chaillot de París, antes de viajar a otras ciudades.

Fiennes, que actúa por primera vez en Madrid, estuvo en el Festival de Teatro Clásico de Almagro en 1985, dos años antes de incorporarse a la Royal Shakespeare Company y una década antes de darse a conocer con películas de éxito como La lista de Schindler, de Steven Spielberg, o El paciente inglés, de Anthony Minghella.

El actor es el mayor de los seis hijos del fotógrafo Mark Fiennes y la pintora y escritora Jennifer Leah, fallecida en 1993, y hermano de la directora Martha Fiennes y del también actor Joseph Fiennes.

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