El Madrid roza la final
Un error de Loncar en la prórroga decide la derrota de Estudiantes
Una pésima decisión de Loncar decidió el que seguramente será partido clave en esta semifinal madrileña. Faltaban nueve segundos para el término de la prórroga y Estudiantes se había encontrado con la jugada perfecta. Una entrada a canasta del alero estudiantil había sido frenada en falta por Bullock. Dos tiros libres para poner a su equipo por delante (84-83) y casi tan importante, el ejecutor madridista enfilaba hacia al banquillo por la quinta personal. Si el Madrid deja mucho que desear en el arte de ganar los partidos en una última jugada, con Bullock fuera de circulación su fiabilidad se reduce a la mínima expresión. Ya lo había demostrado en el tiempo reglamentario, donde tiraron por la borda nada menos que 11 puntos en dos últimos minutos infames. Pero Loncar, llevado quizás por la emoción de poder ser el jugador definitivo, cometió un error de juveniles. Pasó Sonko de medio campo y a falta de cinco segundos, cuando todo apuntaba un tiro desesperado y probablemente descabellado, el jugador estudiantil cometió una falta absurda. Tamaño regalo no fue desaprovechado por el base madridista, que cerró el encuentro. El castigo a una acción tan fuera de lugar es de primera categoría, pues la serie se tiñe inequívocamente de color blanco.
ESTUDIANTES 84 - REAL MADRID 85
Estudiantes: Jiménez (20), Rodríguez (7), Iturbe (2), Suárez (5), Garcés (17) -cinco inicial-, Loncar (7), Miso (0), Vidaurreta (0), Azofra (9), Patterson (5) y Jasen (12).
Real Madrid: Sonko (9), Reyes (13), Gélabale (14), Hervelle (8), Bullock (23) -cinco inicial-, Fotsis (2), Herreros (5), Bueno (4), Larrañaga (0), Hamilton (1) y Burke (6).
Árbitros: Maza, Hierrezuelo y García González. Excluyeron por personales a Jasen (m.40), Iturbe (m.43), Bullock (m.45).
15.000 espectadores en el Palacio Vistalegre.
1º CUARTO: 18-21
2º CUARTO: 19-24
3º CUARTO: 19-20
4º CUARTO: 22-13
PRORROGA : 6-7
Después de los dos primeros partidos, inexistentes en cuanto a competencia se refiere, en el tercero Estudiantes y Real Madrid tuvieron una discusión a la altura de las circunstancias. No fue un buen partido, ni mucho menos, y durante muchos minutos el Madrid pudo rematar una faena en la que a su poderosa maquinaria física se unió la mejor versión de Bullock. Decir que el Madrid necesita a Bullock es quedarse corto y no sólo por su capacidad anotadora, cuestión fuera de toda duda, aunque su fiabilidad en los últimos tiros es más discutible como se volvió a demostrar en los instantes decisivos. Si cualquier ambición madridista pasa por una buena prestación del alero estadounidense lo es también porque en un equipo tan plano, tan poco original como este poderoso Madrid, Bullock es el único capaz de inventar, de saltarse el guión, de sorprender al adversario. Y se nota cuando está y sobre todo cuando no está. Cada pasada por el banquillo provoca una sensación de orfandad tremenda entre sus compañeros, que privados de lo diferente, se ven obligados a incidir en valores distantes de la pelea muscular o las jugadas espesas y trabadas. Una cuestión que sin duda olvidó Loncar.
Entre el final de segundo cuarto y el principio del tercero se vivieron los mejores momentos de Bullock, con canastas tan difíciles como hermosas, que colocaron el partido (39-51) y la eliminatoria en un punto sumamente interesante. La superioridad anímica del Estudiantes, después de la paliza del domingo había sido ya contrarrestada. El Madrid, parapetado y sustentado en lo que estaba haciendo su estrella, subió su torniquete defensivo, peleó como acostumbra (45-60, m. 5 del tercer tiempo) y poco después tenía al Estudiantes fuera del partido (66-77, a falta de 2.30). Pero apareció Pancho Jasen. Muy desacertado hasta ese momento, clavó dos triples seguidos que cambiaron completamente la decoración. Al Madrid le temblaron la piernas y se vio en la peor situación posible, aquella que le exige más cabeza que corazón. Sus 11 puntos de ventaja desaparecieron en un sin fin de imprecisiones y malas elecciones, culminadas con otro tiro ganador errado por Bullock. Tal como estaba ya el personal, al borde de un ataque de nervios, no era descabellado pensar que el partido y quizá toda la serie, se decidiría por un detallito. Y así fue. Loncar recorrió el camino entre el héroe y el villano en cuatro segundos. Pocos para todo lo que supone este segundo triunfo del Madrid, todo un torpedo en la línea de flotación de Estudiantes.
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