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Reportaje:

Música y ciencia con sartenes

Una exposición sobre música en Alcobendas enseña desde el taller de un 'luthier' hasta un xilófono hecho con cacharros

Gran estruendo en un cubículo de 20 metros cuadrados; 15 niños aporreando a su antojo sartenes, tubos, cubos... En medio del jaleo entra en la sala Jorge Wagensberg, director científico de Cosmocaixa y comisario de la exposición ¡Música... Más música! Shhhhhh. Silencio. Se arma con una baqueta y empieza el deleite. "Se puede hacer música con cualquier cosa", asegura. Y lo demuestra. Cada sartén ofrece un sonido acampanado diferente, son las notas de un xilófono realizado con cacharros de cocina. Los cubos de plástico actúan como timbales y ponen los sonidos graves. Varios tubos de plástico marcan los ritmos. La orquesta está organizada. Así comienza la exposición, que se puede visitar hasta final de año en el Museo de la Ciencia de la Fundación Social de La Caixa.

"Las nanas son iguales para todos los niños del mundo", señala el comisario de la muestra
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Tras la orquesta, una vuelta al mundo en siete nanas. Con sólo recorrer un pasillo se puede viajar desde Brasil hasta Senegal, pasando por Escocia. Se convierte en un remanso de paz en medio del estruendo orquestal organizado al otro lado de la pared. "Aquí se demuestra que en la música no hay idioma; las nanas son iguales para todos los niños del mundo", señala Wagensberg.

Con la visita a esta exposición, niños y mayores podrán experimentar y descubrir cómo se transmite el sonido por las ondas, qué partes del cerebro se activan con la música, qué forma tienen las ondas musicales o ver las tripas de varios instrumentos. Según el comisario de la exposición, la muestra trata de demostrar que la música "no puede entenderse sin la física, las matemáticas, la fisiología ni la psicología".

Para comprender la fisiología del sonido, por ejemplo, se puede ver tanto un corte transversal como uno horizontal de un cerebro, en el que se detallan los órganos auditivos que intervienen en la interpretación de la música. También hay un módulo interactivo en el que se exponen los resultados de un estudio del hospital del Mar de Barcelona que demuestra que el cerebro de una persona con formación musical, ante una nota musical reacciona de manera diferente al de un profano. A partir de una resonancia magnética, el visitante podrá apreciar cómo la máquina ilumina una sola zona cerebral en el caso del aficionado, mientras que se activarán tres zonas en el caso del músico profesional.

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En otro apartado de la sala, una instalación ayuda a los visitantes a comprender las tres dimensiones del sonido, y se podrá comprobar que, si se hace el vacío en una campana de cristal, el sonido de un timbre deja de existir. También se puede comprobar cómo la voz humana viaja en el espacio. Para ello han instalado una trompa de 150 metros de largo. Si se habla en un extremo, con varios segundos de retraso, puede escucharse por el otro el sonido de la propia voz.

La exposición también ha querido rendir un homenaje al violín, considerado una obra de ingeniería musical. En medio de la sala, en una urna, suspendido de hilos transparentes se expone un violín despiezado, como una obra de arte en la que cada elemento es esencial para construir la magia de la música. Parte de este tributo es también la reproducción del taller de un luthier. Cada parte del proceso está fotografiado y representada la elaboración de cada pieza.

Mientras se observa, se pueden escuchar las mejores composiciones de violín de la historia. Y se aprecia también que la técnica de construcción de estos instrumentos no ha variado desde los siglos XVII y XVIII, cuando los maestros luthiers alcanzaron la máxima perfección en Cremona (Italia), cuando Stradivarius construyó los mejores violines del mundo.

Si el proceso es el mismo, ¿dónde está entonces la diferencia? "Cuentan que el secreto está en el barniz y en el tratamiento de la madera, pero todo influye. En aquella época se permitían el lujo de dedicar años a hacer un violín. Escogían incluso un árbol por su madera, y esperaban años a que estuviese listo para talarlo", explica el comisario de la muestra.

Un piano destripado para entender su funcionamiento, un arpa, un gong con un rayo láser que dibuja su vibración, y una guitarra de 10 cuerdas son algunos de los instrumentos que completan la exposición, que ayudará a grandes y mayores a entender los misterios de la música y su ciencia.

Museo de la Ciencia Cosmocaixa. De martes a domingo, de diez de la mañana a ocho de la tarde. Pintor Velázquez, s/n. Alcobendas. Precio: de 1 a 3 euros. 91 484 52 00

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