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Análisis:A pie de obra | TEATRO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Franco ha muerto o cómo idiotizar a un pollo

Marcos Ordóñez

Medio país había ganado la guerra. El otro medio había perdido el tranvía. Al otro medio se lo llevó la gripe. Al otro medio lo fusilaron en la posguerra. Y el otro medio emigró a Alemania". ¿Gila? No: Accidents Polipoètics. "Mientras la mitad de los españoles vivía mejor que Dios, la otra mitad se compraba un seiscientos y brindaba con quina San Clemente. Y entonces se acabó la transición. De una República popular a una Monarquía constitucional. Cuarenta años de transición que no se los salta un galgo". ¿Por Favor? No, más bien Muchas gracias, su facción "trosko-parapsicológica", que decía MVM. Es decir, sus hermanos pequeños, Accidents Polipoètics. "Franco había follecido. Es decir, que al mismo tiempo que muere, se cepilla a todos los españoles". Y más tarde: "Graznar: ruido molesto y desacompasado que emiten ciertas aves populares a las que les ceden la palabra en un foro internacional". ¿José Luis Coll sin bodeguilla? No, Accidents Polipoètics. "Muerto Franco, Cataluña y las Vascongadas dejan de ser dos de las múltiples regiones que fortalecen la unidad de la patria y pasan a ser dos de las múltiples autonomías que fortalecen la unidad de la patria. El café para todos arruina el sueño de catalanes y vascos, que no pegan ojo desde la noche de los tiempos. No es extraño que con tanto café se hayan vuelto nacionalidades histéricas". ¿Tip, cualquier tarde en la barra de Cruz Blanca? No, Accidents Polipoètics. O sea, el nombre de guerra de Xavier Theros y Rafael Metlikovez, poetas, juglares, activistas. Quince años de pluriactividad, libros, recitales, conferencias chachi, y espectáculos con títulos tan gloriosos como Polipoesía urbana de pueblo (1991), Más triste es robar (1995), Pim Pam Pum Lorca (1998) y Soltero busca o el cuelgue de los hábitos (2001). El título del Pie de esta semana también es suyo. O sea, de su nuevo espectáculo, en la sala Beckett y pronto, si los programadores se ponen las pilas, por todos los rincones de esta España mía, esta España nuestra. Franco ha muerto o cómo idiotizar a un pollo. Una doble mirada, una oreja tendida (cuatro, mejor dicho) a los grandes silencios de la transición. Una visión y una escucha libertarias, es decir, radicalmente anticonsenso. Una carta de ajuste de cuentas. Una devolución (¡puaaargh!) o, si lo quieren más fino, un détournement, que decían los situacionistas. Theros y Metlikovez no habían nacido cuando Guy Debord y sus copains se inventaron el situacionismo. Y eran unos críos cuando nació Hara-Kiri. Y, ya puestos, cuando murió Franco, aquel hombre, "de estatura media, bigote recortado y sombrero de plato, que sabía pescar, cazar y firmar sentencias de muerte como los ángeles". Por eso, su humor, hijo de Debord y el profesor Choron, y de todos los anteriormente citados, es un humor de niños desvelados, es decir, a los que nunca consiguió adormecer la familia Telerín. Dos críos que recuerdan: "Se murió el señor dictador y, de pronto, en la escuela nos dieron vacaciones. Empezaba la pedagogía del posfranquismo: muerte y vacaciones. Incluso nos alegramos al saber que Franco había puesto a un carnicerito de Málaga como presidente del Gobierno. ¡Al fin el pueblo al poder!". Poco después, los Payasos de la Tele les cantaron, como a todo quisque, Habla pueblo habla. "Tuyo es el mañana, cantaban. El mañana, sí, porque el hoy... Y del ayer no se toca ni una coma". Luego les pasaron, como a todo quisque, una de marcianos: "Los lagartos repelentes se transformaban en abuelitos encantadores y liberales". Y como no se dormían ni con la familia Telerín ni con los Payasos de la Tele les cantaron, como a todo quisque, la Nana de la Reforma Política. "Se inauguraba una época de medias verdades, de labios apretados, de oídos sordos, de no me tires de la lengua, de mirar para otro lado cuando se pasaba ante la tapia de un cementerio... Eran tiempos de taparse la nariz. Todavía no era el momento de abrir las fosas: el hedor de tanto fusilado hubiera estropeado la gran fiesta nacional de la reconciliación". En Franco ha muerto reaparecen muchos fantasmas. Aquí tenemos a Don Pepito y a Don José bailando la yenka, cada uno con varios kilos de fusilado en su bando, y el 23-F narrado (¡gran momento!) como un partido de final de liga o de Copa del Rey. Y la Gallina Turul-Eta, que ha puesto una bomba y ha puesto dos y ha puesto tres. Faltan cosas, por supuesto. En una hora de espectáculo no caben tantos años. Falta aquel río de sangre que bajó por Atocha una semana de enero, falta el abuelo Tierno hablando de campos de reeducación para homosexuales en Y mañana, España (Ruedo Ibérico); falta un listado de todos los maestros del periodismo que pidieron penas de muerte; pero a cambio resucita Rodríguez de la Fuente y su zoología visionaria: "Queridos amigos, observen cómo los cadáveres se amontonan en esta tumba anónima, mientras los aguiluchos se pasean impunemente por los ministerios. Y no les quiten el ojo de encima a las crías de estos buitres, porque parecen heredar el plumaje rojigualdo, el andar chulesco y el verbo autoritario de sus insignes progenitores. La familia aznárida se reproduce sin cesar, a pesar de la aparición del sonriente pájaro zapatero, que traga insectos y culebras pero no come aguiluchos". De todas esas cositas, de todos esos silencios, de todas esas narices tapadas surge Franco ha muerto o cómo idiotizar a un pollo. Un espectáculo que para Theros y Metlikovez nace de una necesidad esencial, "la necesidad de no sentirnos idiotas". Un espectáculo de humor, al fin, que no es simpático ni de buen rollito: brillante, feroz, valiente, y con algo para molestar a todo el mundo.

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