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Crítica:FERIA DE SAN ISIDRO | LA LIDIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un torero de raza

Antonio Lorca

El momento más dramático ocurrió en el sexto, cuando Gómez Escorial, que esperaba al toro de rodillas en la puerta de chiqueros, fue arrollado de mala manera. Con el cuello ensangrentado, el torero se dirigió por su propio pie a la enfermería; ya en el callejón, saltó al ruedo dispuesto a continuar, pero fue sacado en volandas por las asistencias. Finalmente, el torero volvió al redondel y todo quedó, al parecer, en rasguños en la cara, una hombrera rota y un susto morrocotudo.

Pero lo más importante ocurrió en el segundo. Todo el premio se redujo a una ovación, y muchos pitaron cuando el torero intentó iniciar la vuelta al ruedo. Es una pena que gestos como el que ayer protagonizó López Chaves tengan tan escaso eco en los tendidos. Porque su actuación en ese toro, manso y peligroso, que se paraba, miraba y buscaba el bulto con absoluto descaro, fue meritísima, propia de un torero de raza, que debió ser valorada de manera muy distinta por la afición madrileña. Es torero modesto este salmantino. No parece que posea la esencia del arte sublime, pero es valiente a carta cabal y se presentó en Madrid con las mejores credenciales: dispuesto a dejarse matar con tal de justificar su inclusión en la feria. Y eso merece que uno se quite el sombrero.

Escolar / El Fundi, Chaves, Escorial

Toros de José Escolar, bien presentados, serios, mansos, inválidos y descastados. El Fundi: media baja (silencio); pinchazo y estocada (silencio). López Chaves: estocada tendida (ovación); casi entera baja y perpendicular y un descabello (silencio). Gómez Escorial: estocada tendida (silencio); estocada tendida (palmas). Plaza de Las Ventas, 11 de mayo. 1ª corrida de feria. Tres cuartos de entrada.

Manejó de manera insulsa el capote, pero se agigantó muleta en mano y se enfrentó de verdad a un toro que se colaba por ambos lados y lo miraba con la clara intención de llevárselo por delante. Asentó el torero las zapatillas en la arena, tragó tinta china y se jugó la vida sin cuento. Así, consiguió dos naturales largos y, más tarde, un pase de pecho de pitón a rabo que supieron a toreo auténtico. Aguantó parones de miedo y, mientras al público se le ponía un nudo en la garganta, allí siguió el torero sorteando gañafones que eran guadañas astifinas. Así se viene a Madrid, aunque Madrid considere que esa extraordinaria lección de pundonor sólo merece una ovación.

El quinto era más inválido que sus hermanos. El presidente se negó a devolverlo y se formó un escándalo de padre y muy señor mío. El animal no tenía un pase y López Chaves lo probó y mató con rapidez.

A decir verdad, toda la corrida fue un dechado de mansedumbre, invalidez y malas intenciones, y así es imposible que brille el toreo. No obstante, El Fundi volvió a demostrar que vive un momento de espléndida madurez en cuanto a técnica y oficio. No es un exquisito, pero merece la pena verlo moverse en la cara de los toros complicados y cortos de embestida.

Ninguno le permitió el lucimiento al estilo moderno, pero la suya fue una lección de colocación y dominio de los terrenos para robar muletazos a quienes no tenían uno solo. Es torero serio, seguro y dominador, y así se mostró ante su inválido primero, que lo quería coger en cada envite.

Ni en éste ni en el cuarto, también descastado, hubo emoción, pero quedó la sensación de que El Fundi es torero en sazón que le ha cogido el aire a los toros difíciles con pasmosa facilidad. Gómez Escorial bailó con el lote menos propicio. Parados, sin gota de casta, a los dos los recibió en la puerta de chiqueros y se justificó con la vergüenza que exigían las circunstancias. A los dos los mató haciendo la suerte como mandan los cánones, aunque la espada cayó tendida en ambos casos.

Gómez Escorial, en el momento en que fue arrollado por el sexto toro.
Gómez Escorial, en el momento en que fue arrollado por el sexto toro.SANTI BURGOS

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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