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Las fábricas de 'software' se abren camino en la nueva España industrial

La industrialización de las aplicaciones informáticas abarata los costes y reduce el ciclo de desarrollo - Toda la cadena de producción debe estar certificada con modelos normalizados que garanticen la calidad

Las fábricas de software se extienden por España. Concentradas tradicionalmente en Madrid y Barcelona, estas cadenas de montaje de bites comienzan a buscar zonas con menor tradición tecnológica, pero con más facilidades económicas y sociales que las grandes capitales.

Una fábrica de software es un centro de desarrollo de aplicaciones específicas que subcontratan corporaciones e instituciones. Industrializar las aplicaciones informáticas abarata los costes y reduce el ciclo de desarrollo, frente a los métodos convencionales de programación y mantenimiento.

El fenómeno no hace más que crecer. Soluziona (Lleida), PSL Factory Europe (Murcia), Indra (Badajoz) y Cap Gemini (Langreo) son los últimos casos. Todas siguen iniciativas como la de Coritel (Accenture), que en 1998 instaló en Málaga un importante centro informático. "Ahí no teníamos que competir por la mano de obra cualificada", recuerda Jordi Colomé, responsable europeo de centros de software de Accenture.

Hitachi fue la primera compañía en adoptar el término "fábrica", al fundar Hitachi Software Works en 1969. El mercado de fábricas de software crece a un ritmo del 10%, el doble que el conjunto del negocio de desarrollo, que genera en España 2.000 millones de euros anuales.

PSL Factory Europe ha aterrizado en Murcia de la mano de la empresa colombiana PSL y la española IT Deusto. Ingenieros locales, universidad de calidad y costes de vida asequibles hacen de esta ciudad, según Alejandro Rius, consejero delegado de la empresa, una zona competitiva para instalar uno de estos centros con 200 empleados.

Indra instaló en julio una planta de software en Badajoz, donde aplica su experiencia argentina. Funciona con 60 personas y se ha especializado en tecnologías Java para "mercados con importante demanda, como sanidad, control del tráfico aéreo y banca", según el portavoz de Indra, Guillermo Garrucho. El grupo dispone de herramientas de diseño propias y elementos para reutilizar el software.

Hace cinco años, Soluziona instaló un centro en Ciudad Real con 20 personas. El motivo era evitar, con personal local, la elevada rotación de personal en Madrid, comenta el director, Santiago Escribano. "El funcionamiento del software depende de los profesionales. En Ciudad Real se trabaja con mayor tranquilidad, hemos observado que la productividad es más elevada. Hace años costaba vender el modelo de factoría de software, pero hoy es la solución". Ha exportado el modelo a Lleida, donde trabajarán hasta 130 personas.

Los motivos de la expansión ahora son distintos: optimizar costes, aumentar la calidad y productividad al mismo precio, locales más baratos, buenas facultades y comunicaciones fáciles gracias al AVE. La sede madrileña, Ciudad Real, Lleida y los centros de Bratislava y Panamá operan como una única fábrica virtual de 650 ingenieros, 130 ingenieros certificados para Java. Su misión: "Crear en una semana una aplicación para una campaña, por ejemplo, del hipotecazo".

Cap Gemini ha sido de las últimas en apuntarse al fenómeno. Sus centros en Madrid y Barcelona llevan 100 clientes nacionales y 20 internacionales. Ha estado buscando una zona con buenas comunicaciones, universidades y profesionales adecuados con menor coste salarial. Promoverá en Langreo, en plena cuenca minera, un centro en el que invertirá 20 millones de euros en un par de años. Comenzará con 100 especialistas y llegará a 300, que trabajarán en tecnologías como J2EE y SAP para, a medio plazo, ampliar su campo a plataformas como .Net de Microsoft. Planea producir con hasta un 20% de costes inferiores respecto al resto de instalaciones.

IA Soft, una empresa informática de Caja Inmaculada de Zaragoza, funciona como fábrica de software "para consultoras y grandes compañías que, por costes, sacan fuera la producción", señala Víctor Fabre, de IA Soft. "Somos un 20% más barato". Son una treintena de especialistas y 40 más que operan en casa del cliente (banca y administraciones públicas, principalmente de Aragón).

El éxito de las fábricas de software es, a juicio de Fabre, la especialización. "En Zaragoza trabajamos con idéntica profesionalidad, pero tenemos mejor calidad de vida; muchos han vuelto de Madrid", explica. El portal de la Expo 2008 de Zaragoza y la informatización de los centros educativos de la comunidad son algunos de sus proyectos.

Los directivos comienzan a comprender que la creación de aplicaciones también se puede gestionar como una actividad industrial. Dado que las fases del proceso pueden ser aisladas es posible tener equipos de diseño y de construcción de software. "La separación siempre ha sido complicada, al tener la idea preconcebida de que el desarrollo de software es un proceso creativo, intelectual, en el que la industrialización no es posible", afirma Iñigo Garro, del European Software Institute. Pese a vivir en la era de la sociedad de la información, "la mayor parte del software lo crean artesanalmente ingenieros que participan en desarrollo, concepción, construcción, implantación y mantenimiento, algo inconcebible en otra ingeniería".

El fracaso de los programas

Tan sólo en Estados Unidos las empresas se gastan cada año 250.000 millones de dólares en 175.000 proyectos de desarrollo de software. Sólo uno de cada seis proyectos se termina en el plazo y con el presupuesto previstos; uno de cada tres se cancela por problemas de calidad y con pérdidas de 81.000 millones de dólares, y la mitad acaba casi duplicando el presupuesto. La evolución es hacia un modelo de factoría virtual.

Garro recomienda que cualquier organización que desee crecer de manera controlada debe aplicar métodos de ingeniería, "de lo contrario está abocada a un futuro tortuoso y de alto riesgo". Las factorías de software centran su foco en las fases de construcción y pruebas unitarias, que son las que más recursos humanos y materiales consumen en un proyecto informático: hasta el 65% del presupuesto de mano de obra.

Toda mejora de la productividad, los costes y la calidad en estas fases tiene un impacto directo en la cuenta de resultados. Son actividades al alcance de cualquier compañía, "siempre que pueda garantizar una carga de trabajo constante para su factoría". Estos centros son rendibles cuando ocupan a más de seis personas durante un semestre. El retorno de la inversión en metodologías no llega hasta dos o tres años más tarde, advierte Garro, "pero las organizaciones que a corto plazo no adopten este tipo de modelo pueden perder numerosos negocios".

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