El orgullo jamaicano
Asafa Powell corre los 100 metros en 9,84s, la tercera mejor marca mundial de la historia, y hace campaña contra el éxodo atlético a EE UU
En Jamaica han nacido Ben Johnson, Lindford Christie y Donovan Bailey. Los tres han sido campeones olímpicos o mundiales de los 100 metros, pero ninguno alcanzó su título corriendo como jamaicano, más bien como canadienses o británicos.
En Jamaica también nacieron George Rhoden, Don Quarrie y Ray Stewart, atletas magníficos, tremendos velocistas que alcanzaron grandes éxitos como jamaicanos, pero que se formaron como atletas en universidades norteamericanas.
De Jamaicana, de Spanish Town, más precisamente, de la antigua capital colonial, es Asafa Powell, colosal atleta de 100 metros que aún no ha ganado ningún título olímpico ni mundial, pero que, seguramente lo hará muy pronto. Y cuando lo haga, lo hará como jamaicano. Y no sólo eso, como jamaicano nacido, criado, educado y hecho atleta en Jamaica. El sábado, en la reunión de Kingston, dio un aviso de sus pretensiones cuando ganó los 100 metros con un tiempo de 9,84s (viento legal: 1,8 metros por segundo), la mejor marca mundial del año, la tercera mejor de la historia tras los 9,78s, récord mundial, de Tim Montgomery, y los 9,79s de Maurice Greene.
De Asafa Powell, de 22 años, atleta grande -1,88 metros- y poderoso -88 kilos-, el mundo en general tuvo un leve conocimiento en la final del Mundial de París 2003, en la que no corrió ni un metro. Fue la final que se hizo famosa por el numerito del norteamericano Jon Drummond, que se negó a abandonar la pista tras una salida nula. Pero instantes antes que el alumno de John Smith, y de una manera mucho más discreta, con la tranquilidad que hace de él un rara avis en el mundillo de los fanfarrones de los 100 metros, abandonó la pista Asafa Powell, también víctima de una salida falsa.
A Asafa Powell se le siguió con mayor atención la temporada pasada, el año de sus nueve cienes por debajo de los 10 segundos, el año en que derrotó en dos ocasiones a su ídolo, Mo Greene. "Me gusta Greene por la forma en que parece controlar todo lo que sucede a su alrededor", explicaba Powell. "También me gusta por su lado imponente, por la forma en que, simplemente por su actitud, domina a sus rivales antes de la carrera".
Llegó Powell como favorito a la final olímpica de Atenas, pero, pese a una marca de 9,94s, terminó quinto. Por detrás de Greene por primera vez en el año. Terminó quinto pero terminó sonriente, feliz. Había vuelto a bajar de los 10s pese a una pésima salida. Y para demostrar que en nada le había afectado el revés ateniense, unos días más tarde corría en Bruselas en 9,87s, su mejor marca, la mejor marca nunca conseguida por un atleta de 21 años. Por un sprinter que sólo llevaba tres años de atleta.
Hasta 2000 Asafa Powell, hijo de un predicador, el mayor de seis hermanos, se pasaba el día entre la escuela y el sofá, viendo la tele, y los domingos en la iglesia. Simplemente por curiosidad, por ver los progresos de su hermano Donovan, que había a las semifinales de los 100 metros en el Mundial de Sevilla 99, Asafa se enchufó al televisor durante los Juegos de Sidney 2000. Y allí se enamoró de Mo Greene. Allí decidió hacerse atleta.Y hacerse en Jamaica, aunque en esta decisión influyó la indiferencia de su hermano Donovan, con quien se entrenó un tiempo en Tejas y con quien aprendió algunas rutinas. "Pero, aunque parezca increíble, mi hermano no vio mi potencial, y me recomendó que lo dejara. Me volví a Jamaica", dice Powell.
Y en Jamaica, pese a ser uno más del montón, pese a no destacar por nada, despertó el interés de Stephen Francis, el único entrenador de Jamaica que ha organizado a su alrededor un grupo de atletas cien por cien profesional. Los dos entrenan en un centro llamado ambiciosamente de "Alto Rendimiento", que en realidad es una pista de hierba y un gimnasio con máquinas de fuerza de tecnología pretérita. Y un poco más lejos, en el Estadio Nacional de Kingston, un par de pistas sintéticas. Suficiente. Asafa Powell nunca se irá de allí.
No sólo eso. Powell se ha convertido en un activista. Su lema podría ser "siéntase orgulloso de ser jamaicano". Su objetivo, que termine la fuga de atletas jóvenes hacia las universidades de Estados Unidos. Que termine ya. "Espero que mis éxitos convenzan a los jóvenes que se han ido a Estados Unidos para que regresen", dice.
La emigración de atletas comenzó a finales de los años 40. De ella se conocen los grandes éxitos -Rhoden, Lennox Miller, Quarrie, Juliet Cuthbert, Merlene Ottey o Veronica Campbell-, pero el número de fracasos, anónimos, es mucho mayor. "De los 50 o 60 atletas jamaicanos en Estados Unidos, unos 10, como mucho, acabarán compitiendo por Jamaica", explica Teddy McCook, un jamaicano en la IAAF. "La mayoría dejará el atletismo, y unos cuantos acabarán drogadictos o criminales".
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