Samba en el vestuario
91.174 aficionados festejan los goles al grito de "¡campeones!" y los jugadores lo celebran bailando
Entre gritos de "¡campeones, campeones!", coreados por la afición en la grada, los jugadores del Barça se abrazaron en el centro del campo tan pronto como terminó el partido y agradecieron con aplausos el apoyo que ayer les dio su gente. Esa gente que lleva cinco años viviendo de desgracia en desgracia, acumulando una decepción tras otra, esos que anoche sufrieron como sólo sufren los culés antes de darse un alegría, metieron la botella de cava en la nevera nada más llegar a casa. Mientras, en el vestuario, Ronaldinho le dio al play del CD portátil que compró a principio de temporada y, bailando samba, el equipo celebró el triunfo.
Ayer, en el Camp Nou, se vivió una tarde que permite intuir lo que será Barcelona si el Barça no la pifia y canta el alirón. Ganó el Barça y hubo fiesta, aunque durante más de una hora se empeñó Valbuena, el portero del Albacete, seguidor confeso de los blancos y madrileño, en alargar la lenta agonía de su equipo camino de Segunda y, al tiempo, echarle una mano al equipo que lleva en el corazón desde niño, el Madrid. "Supongo que la grada habrá sufrido más que nosotros, porque en el campo se vive de otra manera, pero se nos ha hecho duro, la verdad", reconocía Iniesta cuando terminó el partido, que empezó con aire de fiesta y acabó en fiestón.
Una hora antes de empezar la Guardia Urbana a intervenir, en la zona de taquillas eran tales las colas que terminaron por invadir uno de los carriles de la Travessera de les Corts. La visita del Albacete al Camp Nou, aunque resulte extraño, atrajo ayer más público del que se congregó en su día para ver jugar al Milan en partido de la Liga de Campeones: un total de 91.174 espectadores, entrada que sólo supera en la Liga la visita del Real Madrid. Dispuesta a ver cómo el equipo de Rijkaard respondía a la victoria blanca en Anoeta la noche del sábado, se volcó la hinchada, que arropó siempre al equipo. Por tercera vez los aficionados compraban bocadillos sin haber visto un gol: ocurrió contra el Espanyol, y terminó sin goles el derby; contra el Valencia, y acabó 1-1. También contra la Real Sociedad y aquel día, como ayer, marcó Eto'o y ganó el Barça. El zapatazo del camerunés acabó con todos los miedos. Como diría Rijkaard después, "el ansia por ganar une a la afición y al equipo". El gol del camerunés desató la euforia y, entre gritos de "¡campeones, campeones!", empezó una fiesta que se desbordó con el golazo de Messi.
La afición hace tiempo que suma y sabe que el próximo domingo, si el sábado el Madrid no gana al Racing en el Bernabéu y el Barça vence en Valencia, cantará el alirón. La directiva del Barça necesita 2.500 entradas para atender solicitudes, pero ya sabe que tendrá 1.200. La afición y el club prevén que será el 15 de mayo, festividad de San Isidro, si el Barça gana al Levante esa tarde, cuando se cante el alirón.
"Nos falta ganar dos finales", dijo Ronaldinho, que, como el resto del equipo, insiste en enfriar la euforia. "La Liga está un poquito más cerca, pero no la tenemos todavía", añadió Motta. En el fondo de la cuestión, la voz de Txiki Begiristain, director deportivo del club, resumió de manera perfecta el sentimiento generalizado entre el barcelonismo: "Que sea cuando sea, pero que sea pronto. Por la salud de todos, dejemos de sufrir y celebremos lo que nos merecemos". El cava está en la nevera. Barcelona huele a título.
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