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Columna
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Independientes

Jesús Mota

El gobierno político de las empresas españolas, es decir, el que se estructura en torno a los consejos de administración, oscila discrecionalmente entre el amiguismo descarado y la hipocresía ilimitada. Los responsables directivos llenan a rebosar los consejos de consejeros supuestamente independientes -llamados en teoría a defender los intereses de los pequeños accionistas- que en realidad son amigos fieles encargados de blindar la posición de los máximos directivos de turno. Las instituciones que más presumen de avances vertiginosos en buen gobierno acumulan consejeros independientes elegidos en función de su amistad con el presidente. Ejemplos tales pueden rastrearse en alguna institución financiera.

Entre 1996 y 2004 se tejió una red de consejeros que todavía hoy decide en empresas con mucho peso en los mercados

En la vaga penumbra accionarial que va desde las empresas semipúblicas hasta las privatizadas abunda la figura del consejero independiente recién salido de los cargos públicos o la amistad con el ministro de turno. En los mercados europeos resultaría pintoresco, por ejemplo, que ex secretarios de Estado ocuparan puestos de consejero en representación de los pequeños accionistas. Pero en España fue, durante dos legislaturas, algo muy natural. Por citar ejemplos de empresas privatizadas o públicas, donde el fenómeno es más llamativo, véanse algunos casos: José Manuel Fernández Norniella, ex secretario de Estado de Comercio, fue llamado a consejero (independiente, por supuesto) en Endesa e Iberia de la mano -o por inspiración- de Rodrigo Rato. El ex secretario de Estado de Industria, José Manuel Serra, ocupa desde julio de 2003 una consejería independiente en Red Eléctrica, y Joaquim Clotet, vicepresidente del INI con el PP, también fue reclutado en 1999 como independiente en la misma empresa, hasta su muy reciente dimisión.

Hay muchos más ejemplos, por supuesto, en las empresas citadas y en muchas otras. Suficientes para temer que entre 1996 y 2004 se tendió una extensa red de consejeros (supuestamente) independientes procedentes del entorno del Gobierno que todavía hoy contribuye a tomar decisiones en empresas con gran poder en los mercados. Ni se respetaron las proporciones de representación de los accionistas en los consejos de las empresas privatizadas (como demuestra la rebelión de algunas participaciones accionariales relevantes en empresas privatizadas después del 14 de marzo) ni, por supuesto, se atendieron los criterios básicos para nombrar un consejero independiente. Después de tal desbarajuste, la cuestión hoy es si existe intención privada y voluntad política de construir correctamente los consejos de administración de las empresas, sean de accionistas particulares, recientemente privatizadas o de propiedad significativamente pública; o si realmente los consejeros independientes seguirán reclutándose en las proximidades del Gobierno.

No puede argüirse que las empresas españolas carecen de doctrina para elegir correctamente a sus consejeros independientes. Cualquier manual o informe de consultoría facilita rápidamente 10 o 12 criterios imprescindibles para que un consejero pueda ser respetado como independiente de verdad. Una de ellas, quizá la más relevante, es que el consejero independiente sea elegido por la Comisión de Nombramientos, que a su vez debería estar formada y compuesta según las reglas de buen gobierno bien conocidas y profusamente difundidas.

Ahora bien, conviene no caer en el espejismo de que los procedimientos resuelven todas las dificultades. ¿Quién pone los currículos de los candidatos a consejero independiente encima de la mesa de la Comisión de Nombramientos de cada empresa? Una respuesta posible es que esa tarea debería encargarse a un head hunter (selección de directivos). Pero quizá la responsabilidad para las firmas de cazatalentos sea excesiva si se tiene en cuenta que la elección de un consejero responde a criterios más complejos que los que cabe aplicar a un directivo.

Pero ni siquiera ése es el problema principal. De fondo se advierten insistentes alarmas sobre el mercado potencial de directivos independientes. Existen dudas sobre la calidad y cantidad de la oferta. ¿De dónde proceden los consejeros independientes? ¿Es posible encontrarlos en el entorno económico español, fuertemente politizado, donde se viene practicando sin demasiado escrúpulo el cruce de consejeros, las empresas vinculadas y la sumisión al Gobierno, personas independientes, con experiencia en los negocios y expertas en lo que demanda una empresa determinada?

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