Una campaña poco entusiasta
La aparente apatía con que se viven estas elecciones complica las previsiones de los partidos
La falta de entusiasmo con que se vive esta campaña y la irrupción de EHAK como siglas alternativas para un nacionalismo radical están complicando los análisis previos de los posibles resultados del día 17. "Las elecciones y coaliciones vascas se dirimen siempre por diferencias pequeñas y cualquier elemento inesperado puede tener repercusiones serias", reconoce un dirigente nacionalista. "Es difícil saber lo que está pasando estos días en el electorado vasco", confirma un diputado del PSE.
En teoría, los dos elementos mencionados pueden afectar al voto del Partido Nacionalista Vasco y no sólo alejar la mayoría absoluta que pide ahora el lehendakari, sino, incluso, poner en peligro los 33 escaños que logró el PNV-EA en 2001. El escenario de un tripartito debilitado daría ánimo a los socialistas (y a los nacionalistas más moderados), aunque al mismo tiempo realzaría la importancia de EHAK, imprescindible para ratificar a Juan José Ibarretxe.
Los socialistas confían en un tripartito debilitado y en colocarse como segunda fuerza para dar continuidad a su nuevo proyecto
En cualquier caso, una hipotética bajada en votos y escaños dejaría desairado a Ibarretxe, empeñado durante toda la campaña en solicitar el "clamor" de la sociedad vasca a su favor. Si, pese a todo, el PNV consiguiera la mayoría absoluta, el lehendakari podría reclamar un gran éxito personal y un apoyo expreso a su propuesta nacional. Porque lo que nadie podrá negar es que Ibarretxe ha rehuido en esta campaña cualquier oferta de gestión y se ha centrado casi exclusivamente en una exigencia de apoyo para seguir adelante con su propuesta nacional. Una propuesta claramente política en la que se hablaba de forma genérica de "conseguir la paz" pero en la que, de nuevo, no se nombraba expresamente a las víctimas de ETA ni a los oponentes políticos asesinados. Ibarretxe no hace distinciones, ni tan siquiera en esta campaña en la que el entorno de Batasuna está atacando al PNV y al propio lehendakari mucho más que en 2001.
En el otro lado del escenario, las cosas tampoco son muy sencillas para el PSE. Una mayoría absoluta del PNV-EA significaría, sin duda, un fracaso de la actual dirección. Pero la remota posibilidad de una mayoría PSE-PP supondría también un dilema peligroso: difícil rechazar la voluntad del electorado vasco y dar la espalda al PP, pero difícil también gobernar con ERC en Cataluña y con el PP en Euskadi. Sólo el escenario de un tripartito debilitado y un PSE recuperado como segunda fuerza política del país permitiría a los socialistas ratificar con comodidad su línea y dar continuidad al proyecto de Patxi López.
El único escenario que rompería los esquemas a unos y a otros sería un improbable empate a 33 escaños entre PNV-EA y PSOE-PP, con Javier Madrazo como fuerza decisiva. Los socialistas aseguran que en ese caso se podría negociar con Izquierda Unida-Ezker Batua (EB). En el PNV afirman que no tienen dudas de la lealtad de Madrazo, y los propios dirigentes de EB desmienten siempre que pueden a los socialistas al asegurar que nunca participarán en una coalición en la que esté presente el PP.
"Un PNV debilitado ayudaría a convencer a los nacionalistas de que cualquier negociación debe partir de la reforma, todo lo profunda que se quiera, pero de la reforma del Estatuto que hoy está en vigor, es decir, del actual Estatuto de Gernika y no de cualquier otro documento, el famoso plan incluido", asegura un diputado socialista. Pero, por encima de cualquier otra cosa, lo que el PSE espera de estas elecciones es la confirmación de su propio proyecto: intentar ocupar un espacio "de centralidad" más amplio, muy diferenciado del PP, con fuerte contenido social, capaz de disputar incluso el voto a EB.
De hecho, los socialistas han "recuperado" a Imanol Zubero, uno de los promotores de Gesto por la Paz, que hizo campaña en 2001 a favor de EB y que aparece ahora en los mítines del PSE. Zubero cuenta con bastantes apoyos dentro de las juventudes socialistas que dirige Eduardo Madina y que han imprimido este año a su campaña un toque desenfadado y más cercano a los votantes de EB.
Los socialistas están convencidos de que el efecto Zapatero puede ser decisivo: las encuestas indican que la sociedad vasca valora a este presidente del Gobierno más, incluso, de lo que valoró en su día a Felipe González. Están seguros también de que los vascos tienen la difusa impresión de que "Zapatero está en el quirófano, operando", es decir, implicado en la búsqueda de lo que el propio interesado llama "una hoja de ruta" para poner fin al terrorismo de ETA. Lo decisivo ahora es saber dónde está la sociedad vasca: ese dato depende del resultado que obtenga el PNV el día 17. solg@elpais.es
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