Tres españoles contra la élite
Chema Olazábal, Sergio García y Miguel Ángel Jiménez salen a jugar a un torneo en el que sólo se habla de Woods, Singh, Mickelson, Els y Goosen
Jack Nicklaus es una presencia cansada e inclinada que camina lenta cargando sobre una cadera metálica el peso de 65 años, la memoria de un nieto de 17 meses muerto hace nada en un accidente. Jack Nicklaus es una mirada melancólica, íntima, sobre un campo, Augusta, en el que, entre 1963 y 1986, ganó seis chaquetas verdes, sobre un torneo, el Masters, cuyo mito ayudó a erigir en los años 60 y 70, las décadas de sus duelos terribles con Arnold Palmer y Gary Player, una mirada nostálgica a una década, la primera del siglo XXI, que, dicen, ha dado por fin con una rivalidad en la cabeza del golf similar a la de sus años dorados. Su paso cansado se cruza en el pasillo de los autógrafos, espectacular vestíbulo donde la luz del sol brilla clara entre las ramas de los robles, con la alegría vivaz, la energía, de Sergio García.
"Estamos en un momento dulce en cuanto al escalón más alto se refiere", dice Olazábal
-¡Eh, tíos! ¿No os habéis enterado? Ayer, en la ronda de prácticas, hice un albatros en el segundo hoyo, un par cinco en dos golpes. Mi primer albatros en Augusta...
Sergio se dirige, en voz alta, incontenible, a los periodistas españoles, quienes, le preguntan -García es madridista confeso- por su opinión sobre el clásico.
En toda la prensa internacional, el sustantivo que más acompaña al nombre de Sergio en las gacetillas previas al Masters es el de "madurez". Se refieren, más precisamente, a la falta de madurez. "Hemos de felicitarnos", llegó, incluso a escribir un corresponsal británico, "Sergio tiene la madurez de un chaval de 15 años, lo que no deja de ser un notable avance: hace pocos meses tenía la madurez de un bebé que empieza a andar". Todo el mundo reconoce su gran juego largo, su magnífico juego corto. Todo el mundo lamenta que su putt no esté a la altura.
-Y yo también hice un dos - añade a su espalda su padre, Víctor García. En el hoyo tres. Sí, estuvimos jugando el viernes... Vinimos desde Florida en el avión de Ernie Els...
Todo el mundo en Augusta habla de los fab four (los fabulosos cuatro), que no son los Beatles sino los cuatro mejores jugadores del momento, e, incluso, por no hacerle un feo a IMG, la imponente presencia que controla todos los aspectos, los económicos y mediáticos, del golf mundial, de los big 5, los cinco grandes. Sergio, séptimo del mundo, no está ni entre los 'fabulosos' -Vijay Singh, Tiger Woods, Ernie Els y Phil Mickelson-, ni entre los grandes -los cuatro más Retief Goosen-, cuya rivalidad hará palidecer a la Nicklaus y sus amigos y a los cinco europeos de los 80 (Ballesteros, Faldo, Langer, Woosnan y Lyle) que rompieron la hegemonía estadounidense en los grandes. Entre los cinco mejores de la primera década del siglo XXI suman 17 grandes.
Aunque todas las informaciones sobre los big 5 despiden un inevitable tufillo publicitario, debajo de los titulares rotundos hay algo de realidad. Tras ocho años en que todo lo que importaba del golf mundial debía girar, alrededor de los avatares mágicos o deprimentes de Tiger Woods, llega el Masters de 2005 y los obligatorios temas de antaño -¿llegará Woods a 18 grandes? ¿se acabará este Masters la sequía de Woods? ¿qué pasa con el grand slam de Woods?- son subtemas, apuntes secundarios que hacen sitio a las grandes preguntas, a la capacidad de Singh para repetir en Augusta, a si Els podrá romper por fin el maleficio del Masters -un torneo que nunca ha ganado: ha quedado entre los seis primeros en los últimos cinco años y segundo dos veces-, a las posibilidades del rutilante zurdo Mickelson, a si habrá hueco para el juego corto de Goosen...
"Estamos en un momento dulce en cuanto al escalón más alto del golf se refiere", dice José María Olazábal. "Todos los que se supone son los mejores jugadores de los últimos años están a un gran nivel de juego y, además, las diferencias entre ellos se han reducido. Ya no es como los años dorados de Tiger Woods, están también Vijay Singh, Retief Goosen, Ernie Els, Phil Mickelson, Darren Clarke, Davis Love, David Toms, jugadores que tienen mucho que decir".
Olazábal, que ha ganado dos Masters y está saliendo del purgatorio del golf, no está entre los big 5 y tampoco llegó a Augusta en avión. Lo hizo en coche, rumiando por la I20, la autopista de Atlanta, a través de insondables bosques de pino georgiano, los dos putts de metro y medio que falló el lunes y que le costaron el torneo de Atlanta. Y tampoco le importa no estar a Miguel Ángel Jiménez, el malagueño del lacoste rosa, perillita grunge y coleta rizada que ha encontrado la madurez en su vida, sus rentas en los torneos asiáticos y el equilibrio en su juego. Lo del Masters, ya se verá.
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