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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La guerra de los payasos

Javier Vallejo

Para conservar esa paz que anhelamos, hemos resuelto empuñar las armas y penetrar en el país de los Horacios". ¡Cuántas veces se ha repetido este discurso! Brecht se lo oyó a Hitler, y si siguiera vivo se lo hubiera oído a Bush. Lo puso en boca del coro al comienzo de Horacios y Curiacios, para ir al grano: es su última lehrstück (obra didáctica). El autor y Margarete Steffin, su colaboradora entre 1932 y 1941, la escribieron en Tuno, islita danesa donde se refugiaron tras la caza de comunistas e intelectuales emprendida por los nazis en su Alemania natal. Pero el impulso inicial fue de Hans Eisler, quien, según Ronald Hayman, biógrafo de Brecht, "habló de un encargo del Ejército Rojo y del valor propagandístico que la obra tendría si se representase en escuelas estadounidenses, inglesas, francesas y escandinavas". Cuando Eisler abandonó el proyecto porque el partido comunista le envió a Praga a un congreso, Steffin ocupó su lugar.

Horacios y Curiacios (1934) es una parábola chispeante, rapiñada de un fragmento de las Décadas de Tito Livio. El historiador romano narra el desenlace de la guerra entre Roma y Alba Longa, decidido mediante un duelo a muerte entre tres representantes de una familia de cada una de estas dos ciudades: los Curiacios, albanos, liquidan a dos Horacios, pero el superviviente se las ingenia para acabar imponiéndose. Brecht admiraba los espectáculos de clowns, que dejaron huella en Actuación de los tres payasos (último acto de su Pieza didáctica de Baden-Baden), donde hay escenas que hacen honor al título, y en Horacios y Curiacios, donde la guerra es un juego de niños: cada actor representa a un ejército entero, las peleas son a cámara lenta, llueve confeti y un foco colgado de una caña simboliza el Sol. Todo es convención. En la versión que Hernán Gené (Buenos Aires, 1960) ha elaborado para el teatro de la Abadía desaparece el coro griego propuesto por Brecht, y sus parlamentos, aligerados, se reparten entre una trouppe de clowns. El espectáculo arranca con una orquestina que interpreta la Canción de los cañones, de la Ópera de cuatro cuartos, un añadido oportuno. De entre el grupo de payasos músicos se va destacando uno, el general Curiacio (Luis Bermejo), que parodia muy bien a Hitler en un discurso belicoso. En la obra, los invasores diezman a sus enemigos durante dos combates. En el tercero, un Horacio solo se enfrenta a tres Curiacios mejor armados, huye, los distancia al ir más ligero, y los ataca y destruye de uno en uno. Como los exempla medievales, el texto encierra una moraleja: aún en inferioridad de condiciones, quien resiste acaba ganando si consigue oponer su punto fuerte al punto débil del otro. Por analogía, Brecht sugiere que las victorias del Tercer Reich habrían de acabar en derrota. El montaje de la Abadía tiene un mensaje antibelicista superpuesto: los vencedores del primer combate se niegan a matar a los vencidos, y acaban poniendo el fusil en manos de un espectador, para que decida su suerte.

Entre lo mejor de esta pues-

ta en escena figuran la canción La mujer del soldado, que David Luque clava como una Marlene Dietrich de arrabal hambriento, en alemán, sin asomo de parodia. Y la escena en la que el lancero Horacio (Daniel Moreno) supera siete obstáculos insalvables, alcanza un desfiladero desde el que el enemigo es blanco fácil, se duerme como un bendito y pierde la oportunidad de conseguir la victoria. El fracaso del clown es un éxito para su intérprete: el público lo celebra con regocijo. Este montaje está vivito y coleando. Sus actores se han convertido en payasos de verdad: augustos y trompos -los que reciben las bofetadas- que temen llevar dentro de sí un carablanca violento. Sobre Horacios y Curiacios (Gené ha añadido la preposición al título) fue una de las sorpresas más agradables de la temporada pasada. Por eso es finalista a los premios Max a la mejor adaptación y al mejor espectáculo, junto a La cena y El mètode Grönholm. El día 3 de marzo lo repone el teatro de la Abadía, coincidiendo con el décimo aniversario de su fundación. Once días después se fallan los premios Max.

]]>Sobre Horacios y Curiacios.]]> Madrid. Teatro de la Abadía. Del 3 de marzo al 3 de abril.

Ensayo de 'Sobre Horacios y Curiacios', en la Abadía de Madrid.
Ensayo de 'Sobre Horacios y Curiacios', en la Abadía de Madrid.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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