Fracaso total
El Valencia, vigente campeón, completa su descalabro al caer eliminado en la tanda de penaltis ante el Steaua de Bucarest
En el enésimo fracaso de la temporada, el Valencia fue incapaz de mantener una renta de 2-0 de Mestalla y cayó eliminado de la competición de la que hasta ayer presumía de ser el campeón. Fue otro partido lamentable, uno más en una larga lista que parece el cuento sinfín. Lo hubiera sido igual si Palop, que detuvo uno de los penaltis a Munteanu, hubiese salvado la eliminatoria. No fue así porque Baraja y Di Vaio, a continuación, dispararon igual de mal desde los 11 metros: fuerte, alto, al cielo brumoso de Bucarest. Ahí se quedará el último residuo del crédito del entrenador, Claudio Ranieri, cuya destitución hoy es más que probable. El equipo lleva meses descosiéndose ante la incapacidad del entrenador y la inmovilidad de la directiva, paralizada por el miedo que le provoca un mundo que le es desconocido: el del fútbol.
STEAUA DE BUCAREST 2 - VALENCIA 0
Steaua: Khamutouski; Ogararu, Ghionea, Radoi,Marin; Munteanu, Dica, Paraschiv, Oprita (Lovin, m. 113); Cristea (Baciu, m. 95) y Dinita (Bostina, m. 85).
Valencia: Palop; Carboni, Caneira, Navarro, Moretti (Aimar, m. 104); Albelda, Baraja, Rufete, Fabio Aurelio; Xisco (Di Vaio,m. 78) y Corradi (Mista, m. 78).
Goles: 1-0. M. 50: Cristea. 2-0. M. 71: Cristea. Penaltis: Radoi (gol) 1-0. Aimar (gol) 1-1. Munteanu (para Palop) 1-1. Mista (gol) 1-2. Lovin (gol) 2-2. Rufete (gol) 2-3. Postina (gol) 3-3. Baraja (falla) 3-3. Dica (gol) 4-3. Di Vaio (falla).
Árbitro: Johan Vervist (Bélgica). Amonestó a Ogararu, Marin, Bostina, Corradi y Mista.
Unos 28.000 espectadores en el estadio Ghencea de Bucarest.
Ranieri, que sacó a Aimar en el minuto 104, está prácticamente sentenciado
Quedan cuatro meses para el final del curso y el Valencia tiró a la basura la Champions, la Copa de la UEFA, la del Rey y la Liga. Todo. El Steaua, por cierto, invocó el viejo hechizo que guarda para los penaltis, el mismo que le permitió conquistar su Copa de Europa ante el Barça en 1986. "Sevilla, Sevilla", gritó su hinchada, momentos antes de iniciarse los lanzamientos, en honor al lugar que acogió esa conquista. Y le funcionó. Ante un rival, eso sí, absolutamente desastroso en defensa, precisamente ahí donde se labró la fama en los últimos años. Blando e impreciso para trazar el fuera de juego, el cuadro de Ranieri convirtió en un héroe al pequeño Cristea, que hizo sangre en dos pelotazos largos que recibió. Y marcó los dos goles.
El caos fue absoluto en la zaga valencianista tras el descanso. A Carboni le cayeron de golpe los 39 años encima, acentuados por la incómoda situación en que le situó de nuevo el entrenador: por la derecha. David Navarro se diluyó. Perdió un tiempo precioso reclamando el fuera de juego mientras el pequeño Cristea corría y corría hacia el encuentro de Palop. Llegó tarde Navarro y el delantero rumano encendió la eliminatoria con un disparo mordido. El Valencia se halló ante la cruda realidad: se defiende mal y ataca peor, a pelotazo limpio. Siempre en busca de Corradi, al que sólo se le intuye esa virtud: la de aprovechar su corpulencia para ganar los balones aéreos. Nada más. La defensa de Ranieri volvió a tirar mal el fuera de juego (se quedó Carboni) y de nuevo Cristea tuvo ocasión de fusilar a Palop. Empatada la eliminatoria, Ranieri se vio en la obligación de adelantar sus líneas y cambiar a su desafortunada pareja de delanteros titulares, Xisco y Corradi, incapaz de fabricarse una sola ocasión de gol. Entraron Di Vaio y Mista. Pero el que despertó fue Fabio Aurelio, el mejor de los suyos con mucha diferencia. Tanto tiempo se pasó Ranieri lamentándose de que no tenía a nadie con quien cubrir la baja de Vicente, y ahí, en la sombra, estaba Fabio. El brasileño no tiene la profundidad de Vicente, sin duda, pero sí le supera con su prodigiosa técnica, capaz de centrar sin apenas espacio.
El cuadro rumano volvió a crecerse en la prórroga mientras Ranieri, en el minuto 104, pensó que era el momento de Aimar. Y, bueno, el Valencia al menos dio tres pases seguidos y Mista, de un derechazo, rozó el poste. Como en El Sardinero, Mista dispuso de las únicas oportunidades. Y las erró. Su equipo disfrutó hasta el final del balón, pero no evitó la tanda de penaltis. El Steaua parecía deseoso de que llegara. Y todavía más su hinchada, que empezó a corear un inesperado nombre: "Sevilla, Sevilla". Prolongó el maleficio de un rival español antes los penaltis rumanos. Y el Valencia cerró así su infausta campaña.
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