Un recorrido por el exilio tras la Guerra Civil

Mi vida hecha cenizas, que acaba de publicar la editorial sevillana Renacimiento, se viene a sumar a la abundante literatura sobre el exilio español. Se trata de los diarios escritos entre 1920 y 1965 de Carlos Esplá Rizo (Alicante, 1895-México, 1971), un político que participó como activista en la consecución de la II República en 1931. Esplá Rizo intentó aglutinar a todos los republicanos exiliados en una Junta semejante a la promovida por De Gaulle. Sin embargo, las rencillas y las desuniones que salpicaban el exilio impidieron que su proyecto saliera adelante. Esplá fue funcionario de las Naciones Unidas.

A lo largo de su vida publicó De la lucha (que resume sus primeros artículos); Unamuno, Blasco Ibáñez y Sánchez Guerra en París; Zarabanda franquista; y Amedeu Hurtado, un liberal europeu.

Mi vida hecha cenizas despliega, a lo largo de casi cuatro centenares de páginas, un mundo desaparecido que vibra aún con fuerza. La inmensa mayoría de las páginas abordan el periodo del exilio tras la derrota republicana en la Guerra Civil. Las peripecias cotidianas de unos hombres que soñaban con volver a España en pocos años aparecen en este libro con la crudeza que otorga la perspectiva del tiempo. Estos exiliados no sabían que la suerte estaba echada y se afanaban en viajes y negociaciones que pusieran fin a su situación.

Son también los años de la guerra fría, en los que al calor de las dos superpotencias se movían los peones más variopintos. Un registro de 1953 dice lo siguiente: "El 25 de marzo de 1953 moría en San Francisco William Twitehell, 36 años, rodeado de guardias y agentes del FBI que prohibían a su familia, a sus amigos, asistirlo, pues M. Twitehell, sabio atomista, revelaba, en su delirios, fórmulas de la bomba H".

La urdimbre del exilio, con sus personajes de primera y segunda división, da cuerpo a las páginas del volumen. Pequeñas anécdotas, reflexiones, recuerdos, citas de otros autores e, incluso, chistes integran un libro que se lee con el interés con que se contempla una vida marcada por la esperanza y el desengaño.