Toreo temerario y sin gusto
Domingo López Chávez alborotó con su toreo temerario, pero carece de gusto y además continuamente atropella la razón. Al tercero, de nombre Don Juan, aplaudido en el arrastre, lo saludó de hinojos con cuatro escalofriantes largas cambiadas que calentaron más el ambiente, y en su quite por chicuelinas se enroscó al adversario. El burel tenía pocos recorridos pero, como humillaba, le bajó la pañosa y, despatarrado, trazó un muleteo de garra en series de derechazos. Por exceso de confianza en un desplante le perdió la cara al codicioso y fiero oponente, siendo zarandeado sin consecuencias. Todo un contraste fueron sus banderilleros Pepe Luna y Patricio Ochoa, que con miedo cubrieron desastrosamente el segundo tercio.
Marcos / Urrutia, López, Zulaica
Toros de San Marcos: con trapío; descastados, broncos y peligrosos, excepción de los enrasados 1º, 3º y 5º. Antonio Urrutia: aplausos; aviso y a la enfermería, palmas. Domingo López Chávez: petición y vuelta; aviso y al tercio. Mario Zulaica: confirmó alternativa: división; aplausos. En el 6º se destocó el banderillero Gustavo Campos. Monumental Plaza de México. 20 de febrero. 17ª corrida. Mala entrada.
El salmantino volvió a recibir de hinojos a Conquistador, que hizo quinto, aplaudido en el arrastre. También volvió a ejecutar la chicuelina en su quite. Su trasteo lo inició caminando de rodillas con comprometidos pases por alto. Aprovechando el largo recorrido del codicioso y fiero cornúpeta, con soltura le dio cuatro tandas de redondos y una de naturales. Se adornó con dosantinas y manoletinas.
Aparatosa voltereta
Mala suerte la de Antonio Urrutia pues, además de haberle tocado el lote más complicado en el cuarto, ingresó en la enfermería. Con decisión lanceó al violento y descarado segundo. Como se había lucido López Chávez al quitar por navarras, Urrutia le dio la réplica al ajustarse por gaoneras. Después de meterlo a la sarga, y sin inmutarse porque el bicho desarrolló sentido, lo aguantó y, exponiendo, le instrumentó mandones naturales, pero el enemigo se rajó y ya no pudo hacer nada el experimentado diestro.
Al manso cuarto, pitado en el arrastre, el hidrocálido le dio las tablas y con mucha entrega lo lidió. Al iniciar el descabello, aunque el morlaco estaba muy herido, le dio aparatosa voltereta y, al caer sobre el hombro izquierdo, le ocasionaron contusiones en dicho hombro y en el tórax del mismo lado. A sus subalternos Fernando Grajales y Javier Escalante les invadió el pánico al banderillear. A esta bestia la remató López Chávez.
Mario Zulaica desaprovechó a Caballero, un bravo astado con el que confirmó su alternativa. Su trabajo con la pañosa fue retirado y no le templó sus pases a la noble res. En cambio, en el descompuesto sexto el potosino, en medio de un vendaval que produjo una cortina de arena y bajo una tenue lluvia, se quedó quieto pero no motivó emoción alguna.
Babelia
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