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Un juez aclarará si Ruralcaja engañó a 200 clientes con un plazo fijo

"No leí el contrato, tampoco había leído los anteriores. Conocía al director de la oficina desde hacía años. Como me enseñó mi padre, el verdadero contrato es la palabra que se da. Era una cuestión de confianza. Y se convirtió en un timo". Esta explicación es de Francisco Duart, uno de los 200 afectados por un producto de Ruralcaja en 2000 que se presentó como un plazo fijo a un alto interés, el 5%. El dinero se destinó a la compra de acciones de tecnológicas extranjeras cuyo precio cayó en picado. Ruralcaja no pudo entonces entregar los intereses ni el 50% del capital impuesto. Por el contrario, la mayoría de los clientes tuvo que firmar un segundo contrato supuestamente para recuperar su dinero que en realidad sirvió para poner a su nombre las acciones de Bolsa, de cuya titularidad se desvinculó la entidad bancaria. Las palabras de Duart las repitieron con pocas variaciones los afectados que declararon en el juicio celebrado hace tres semanas en el juzgado de Primera Instancia número 22 de Valencia.

Fue Adicae, asociación de consumidores y usuarios de cajas, quien presentó la demanda en nombre de 200 clientes de Ruralcaja, entonces Caja Rural, de 30 municipios de la provincia de Valencia. Adicae sostiene que pueden ser hasta 900 los afectados. Los directivos de la caja sostuvieron en las ocho sesiones de vista oral que los usuarios conocían perfectamente el detalle del contrato.

Duart es un hombre de campo de Benifaió. Está jubilado, tiene 70 años, esposa y tres hijos. José Luis Estebanell, vecino de Valencia, está jubilado, trabajó en el área de electrónica del aeropuerto de Manises, está casado, tiene tres hijas y dos nietas. Quería cambiar el apartamento de La Pobla de Farnals por uno un poco más al norte. La constructora le dio unos meses de plazo para la entrega y el dinero de la venta del apartamento, casi 50.000 euros, decidió ponerlo a plazo fijo para sacarle un poco de partido. En mayo de 200 fue al banco y habló con el director. "Le dije claramente que quería un plazo fijo, nada de riesgos, no me lo puedo permitir, pero además le conté todo lo del apartamento, los plazos y demás. Me dijo que tenía un producto muy seguro al 5% que podría retirar tres meses después. No leí la lámina, no, esa letra es tan pequeña que no se ve. Me fié de él, era el director del banco, cómo no me iba a fiar. Cuando fui a retirar el dinero me dieron largas dos semanas. Y ya en septiembre me dijo que las cosas no habían salido bien. Me subió una cosa para arriba... Firmé unas acciones porque supuestamente era la única opción para recuperar el dinero. Y lo he perdido".

Vicente A.B., arquitecto técnico, cliente habitual de Ruralcaja; Antonio Pelegrí, amigo del director de la oficina en la que tenía sus ahorros; administrativo; José Dionisio M.M., más de 12 años como cliente de la oficina de Puerto de Sagunto; Antonia Moreno, de Canals, o Luis Suñer, de Cárcer, perdieron entre 6.000 y 50.000 euros. Todos se lamentan: "Fuimos incautos y creímos en una persona que para nosotros merecía confianza, un director de la oficina con la que trabajábamos". El juez se pronunciará en breve.

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