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Reportaje:INCENDIO EN EL CORAZÓN FINANCIERO DE MADRID

Nueva York, bajo el síndrome del 11-S

En Francia, la reglamentación establece detalladamente las medidas de extinción

Las autoridades de Nueva York se encuentran desde octubre de 2003 inmersos en un proceso de actualización de las reglas de edificación, que rigen desde 1968. Aunque existen unas líneas básicas para la prevención, evacuación y extinción de incendios, son los propios edificios quienes diseñan sus dispositivos de emergencia.

La actual normativa establece que los edificios de más de 30 metros de altura dedicados a la actividad comercial cuenten con sistemas automáticos de extinción -aspersores- en todas las zonas, mientras que si se tratan de edificios de oficinas o viviendas, éstos se situarán en las salidas de emergencia y evacuación. Estas construcciones también deben estar dotadas con un depósito de agua individual en la azotea que dé presión al sistema de extinción. El 11-S dio mayor relevancia a la prevención, para evitar que en caso de emergencia estos edificios se conviertan en una jaula mortal. Uno de los puntos que se está examinando en la elaboración del nuevo código es cómo "acelerar" los procedimientos de evacuación en situaciones de emergencia, con la creación de zonas de refugio, la mejora del funcionamiento de los ascensores y el diseño de vías de escape.

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La reglamentación francesa de seguridad relativa a edificios altos -se consideran como tales los destinados a despachos de más de 28 de altura y los destinados a otros usos de más de 50 metros- parte de una filosofía distinta a la vigente en los países anglosajones. Según el coronel Christian Lebot, que fue máximo responsable del cuerpo de bomberos, la norma francesa "ha sido realizada pensando en las personas, no en los bienes, pues en su redacción no intervinieron las compañías de seguros". El resultado es que "no existe obligación de difusores automáticos de lluvia artificial sino obligación de total estanqueidad de cada compartimiento, de manera que este pueda arder durante dos horas sin que las llamas irrumpan en ninguna otra parte del edificio. Un plazo de dos horas permite desalojar y que los bomberos apaguen el fuego".

El edificio habitado más alto de París y de Francia es la tour Montparnasse, un rascacielos de 209 metros y 59 pisos. Fue inaugurado en 1972 y en 1989 se adaptó a las nuevas medidas de seguridad.

Los franceses hacen hincapié, además de en la construcción, sobre todo en los detectores de humo y calor, "que podían ser iónicos hasta ahora y, a partir del 2006, sólo podrán funcionar por infrarrojos o ser ópticos", que están conectados a un puesto central de seguridad -"obligatorio las 24 horas del día para los inmuebles de más de 28 o 50 metros"-, que es el que contacta con los bomberos. Lebot precisa que "los 28 metros se tomaron como referencia porque son la medida estándar de las escaleras de los bomberos".

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Las puertas del ascensor, el sistema de conductos de aire acondicionado y las puertas se cierran automáticamente. Las personas disponen de dos, tres o cuatro puertas y escaleras especiales, que nunca pueden convertirse ni en chimenea ni aportar oxígeno que alimente la llama. En las escaleras no hay ningún material inflamable. En cada piso hay tuberías de agua con suficiente presión como para ser utilizadas por los bomberos.

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