Operación Camino de Santiago

Es mochilera de pata negra. De las que se echan a andar y en cada paso destilan polvo y pensamientos. La artista, ex directora de la Academia de Operación Triunfo, y que protagoniza ahora en Madrid el musical Mamma mía!, hizo en 2000 el Camino de Santiago completo.

De modo que le dio la ventolera y se colgó la mochila a la espalda. ¿Qué es lo que buscaba?

Nada especial, o a lo mejor sí, sin saberlo.Tenía muchas ganas de romper, venía de años muy intensos de trabajo, así que necesitaba parar esa realidad. De un día para otro dije: Me voy. Empecé en Saint Jean Pied de Port, Francia, empleé un mes en llegar a Santiago. Cerca de ochocientos kilómetros.

Espero que estuviera en forma, porque el reto se las trae.

Llevaba dos años haciendo montañismo y había subido el Aneto quince días antes, pero dio igual. Tuve dolor de pies, molestias en las rodillas y algún día hasta fiebre. Una mujer me contó que cada parte que te duele en el camino tiene que ver con algo emocional.

¿Sufrió mucho por dentro, entonces?

Los primeros ocho o nueve días fueron muy bestias. No le encontraba sentido a la caminata, así que no llegué a disfrutar del paisaje ni de la gente. Era una lucha de mí contra mí misma, una catarsis. Hasta que me di cuenta de que el porqué no importaba. Igual que luego supe que llegar a Santiago no era importante. Lo importante es el recorrido.

Cuénteme la sensación de llegar a la plaza del Obradoiro.

La emoción es indescriptible. Y sucede que minutos después te invade un vacío terrible. Querrías seguir andando. Has vivido momentos tan increíbles, encuentros tan únicos, que cuesta despedirse de ello.

¿Qué queda del camino tras el camino?

El pedazo de nube en el que estás se va diluyendo, pero siempre queda como una llamita que se reaviva cuando te pierdes en las cosas tontas de la vida. Es una herramienta maravillosa para aprender a relativizar.